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Bono pide tregua

Rajoy debería meditar antes de dar un cheque en blanco a Bono. Primero porque la actitud mantenida por el Ministro respecto a Irak y al Yak-42 no merecen que el PP le corresponda con un gran pacto

El Ministro de Defensa, José Bono, quiere a toda costa un pacto con el Partido Popular sobre política de defensa. Esta voluntad de consenso tiene, como siempre en él, más de necesidad de que de virtud, pero el Ministro está empeñado en sacar adelante el pacto y a tal efecto ya ha mantenido una primera reunión con el Presidente del PP, Mariano Rajoy. Su interés por cerrar el acuerdo con el PP es tan acuciante que incluso en un primer momento ha marginado al resto de las fuerzas parlamentarias, incluyendo aquellas que sustentan al Gobierno, de la negociación.
 
La necesidad de este pacto viene impuesta por la necesidad de Bono de cerrar frentes. Es obvio que el discurso españolista que hace recurrentemente el Ministro de Defensa le sitúa en el centro de las iras de los socios independentistas de Zapatero, e incluso de muchos socialistas catalanes y vascos. Por otro, Bono es visto con recelo por la mayoría de sus compañeros de Gabinete y se han producido ya los primeros choques serios con al menos los titulares de dos departamentos colaterales, Moratinos y Alonso, además de la lógica lucha al que todo Ministro de Defensa está obligado con Hacienda. No acaban ahí los enemigos del Ministro. En las Fuerzas Armadas las palabras y las decisiones de Bono son escrutadas con lupa. La sensación, cada vez más generalizada entre los militares, es que Bono no se cree esto de la Defensa porque en realidad no se cree más que asimismo y que ha puesto el ministerio más al servicio de su carrera política que su capital político al servicio de las Fuerzas Armadas.
 
El enfrentamiento con el Partido Popular ha sido brutal. Primero fue la guerra de Irak. Bono exprimió hasta la última gota de rentabilidad política de la decisión de Zapatero de retirar nuestras tropas. Acusó y sigue acusando al PP de todo: de embarcar al país en una guerra ilegal, de haber puesto a España de rodillas ante Estados Unidos y de haber ordenado a nuestros generales poco menos que un genocidio. Ha tenido incluso la bajeza de acusar a los dirigentes del PP de haber traicionado a sus votantes, como si él fuera el intérprete supremo de esos votos ajenos.
 
Luego fue el accidente del Yak-42. En este asunto, Bono no descansará hasta cobrarse el cadáver político de su antecesor en el cargo, Federico Trillo. Lo hace además con el discurso más cínico posible, asestando puñalada tras puñalada mientras asegura compartir el sufrimiento de su victima y no querer causarle ningún daño. Dado el perfil psicológico del personaje es posible incluso que lo crea así.
 
Ahora Bono pide el consenso de aquellos que ha tratado de masacrar políticamente. Lo pide porque le interesa cerrar ese frente para poder atender a los otros: el interno, dentro del Gobierno y del PSOE; y el externo, frente a los nacionalistas radicales. Es más, piensa que en ambas batallas el PP puede ser incluso un aliado instrumental.
 
Es posible que Bono encuentre en Rajoy el acuerdo que busca. La Defensa es un ámbito propicio, lo ha sido en los últimos veinticinco años, para este tipo de pactos de Estado. En la nueva Ley, aunque haya lógicas diferencias, no habrá nada tan sustancial como lo que llevó a un contundente enfrentamiento en la reforma del Poder Judicial. A pesar de los errores, que los hay y graves, el Ministerio de Defensa tampoco se encuentra en el caos y el delirio en el que Moratinos ha instalado nuestra política exterior. A Rajoy le puede interesar por tanto ofrecer la imagen de que el PP también sabe pactar cuestiones de Estado y hacerlo además en un tema de escasa relevancia electoral y que, por su propia naturaleza, sus soliviantadas bases entiendan que es susceptible de pacto incluso con este Gobierno.
 
No obstante, Rajoy debería meditar antes de dar un cheque en blanco a Bono. Primero porque la actitud mantenida por el Ministro respecto a Irak y al Yak-42 no merecen que el PP le corresponda con un gran pacto. Segundo, porque Bono es un especialista en instrumentalizar en tu contra cualquier concesión que se le haga, por razonable que parezca esa concesión. Tercero porque el único mensaje político de esta Ley es que con ella no será posible otro Irak. Un mensaje demagógico, contraproducente para el PP y contrario a los intereses de nuestra seguridad.
 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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