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Bono y los militares culpables

El ministro parece querer decir que los militares juegan a la guerra porque esa es su naturaleza. Pero nadie juega a la guerra si no se lo ordenan.

La izquierda siempre ha sospechado de los militares y la izquierda española, dado su rencor histórico, más aún. José Bono, el actual ministro de defensa, aunque no quiera presentarse de izquierdas más que de boquilla, también comparte con sus compañeros la misma mentalidad. El teniente general Mena es culpable y, gracias a los medios afines de la prensa, se le presenta como un alocado golpista, por ejemplo. Ahora le ha tocado el turno al piloto del Cougar que se estrelló en tierras afganas el pasado verano.

Según la explicación oficial del accidente ofrecida por el ministro, el helicóptero no fue derribado por factores externos, ni por elementos internos. No se han encontrado tampoco indicios de fallo mecánico. Ergo, el culpable, un piloto al que hay que achacarle una conducción arriesgada. El aparato chocó contra el suelo por volar muy bajo. Lo que no explica ni quiere explicar el ministro Bono es por qué volaba tan bajo.

Desde estas páginas hemos ofrecido con anterioridad dos explicaciones que el ministro Bono se niega a contemplar. La primera, que el Cougar no es el aparato ideal para volar en el terreno en el que lo hacía y lo sigue haciendo. No cuenta con el suficiente empuje para la altura y la temperatura y las condiciones meteorológicas imperantes en el terreno, lo que le convierte en un riego en determinadas circunstancias, particularmente si va al límite de su capacidad de carga. Como iba el día del siniestro.

En segundo lugar, el ministro debería saber que los pilotos se ven forzados a volar en condiciones extremas no porque quieran jugar a ser héroes, sino porque el entorno es inseguro y peligroso y sólo haciéndolo así son capaces de añadir un plus de seguridad a las tropas. Nadie se juega el cuello por capricho. Y ya sabemos, aunque no se quiera reconocer desde el gobierno, que la zona no es tan pacífica como la pintan. Se han sucedido los ataques y ha habido bajas entre los miembros de la ISAF.

El ministro parece querer decir que los militares juegan a la guerra porque esa es su naturaleza. Pero nadie juega a la guerra si no se lo ordenan. Es muy cómodo decir que todo se debe a un fallo humano. Pero, aunque así fuera, hay demasiados eximentes en este caso concreto. Y de eso no se ha dicho ni una palabra. También para las palabras del teniente general Mena hay más que eximentes, aunque se niegue a voz en grito. Los militares no tienen por qué ser los culpables de la mala acción del gobierno.

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