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Chacón y su intervención humanitaria

Su ansiosa posible sucesora quiere empezar a demostrar firmeza y contundencia en sus palabras al hablar de "intervención rápida"; y a la vez dar sensación de continuidad retomando la teoría de las guerras humanitarias.

No. Chacón no ha dado un paso al frente, como se ha dicho, al anunciar que aprueba una intervención rápida en Libia con el aval de la ONU. Una intervención que correría a manos de la Alianza Atlántica, pero que de forma muy clara debiera tener fines humanitarios. Entendemos, aunque Chacón lo omita, que se trataría de una intervención militar puesto que los actores involucrados serían efectivos de la OTAN; aunque haya que añadir el adjetivo de "humanitaria" más que nada para apaciguar los ánimos y estar en consonancia con el gran teórico de las "guerras humanitarias": Zapatero, que ha girado hacia la diplomacia franquista: gran logro de nuestra izquierda.

Su ansiosa posible sucesora quiere empezar a demostrar firmeza y contundencia en sus palabras al hablar de "intervención rápida"; y a la vez dar sensación de continuidad retomando la teoría de las guerras humanitarias. Puro oportunismo. Porque al final sus palabras dicen bien poco. No se moja. No concreta. No sabe.

Porque el humanitarismo en la guerra supone también el empleo de los medios de lucha y violencia más eficaces: olvidarse de ello al proponerlo es más bien una coartada para que los Gobiernos laven sus remordimientos, o engañen al electorado que se deje. Que es lo que hace la ministra, y todo porque Chacón está ya en campaña.

En verdad no hay guerras buenas y malas, porque no hay guerra no se ampare en el argumento de conseguir la paz. Con el PSOE la participación militar española en el exterior ha sufrido una manipulación al explicarla como si se tratara de acciones humanitarias. Se ha prostituido en gran medida el sentido originario de muchas de las misiones que desde una perspectiva de seguridad, han sido acciones y labores militares perfectamente morales, éticas y dignas. Pero que el PSOE ha escondido, como si se avergonzase de lo que hacen nuestros soldados.

Volvamos a Libia. Evidentemente no hay nada más humanitario que evitar un genocidio, aunque se empleen medios militares, que es como se evita casi siempre. Pero hay dos grandes problemas: poner a todos o a una gran mayoría de acuerdo, y decidir qué forma de intervención llevar a cabo. La ministra no habló y no se mojó en ninguna de estas dos cuestiones claves, quedándose en el brindis al sol propio de ella. En caso de que no se llegue a un acuerdo y se baraje la posibilidad de una intervención de una coalición ad hoc, que no cuente ni con Turquía ni con Alemania y sin aval de la ONU por la oposición de China, Rusia, ¿qué hará Chacón? ¿Dónde apartaría su encendido apoyo a la intervención?

En segundo lugar, ¿qué tipo de acción apoyaría? No se ha pronunciado en ningún momento sobre la creación o no de una zona de exclusión aérea, que es dónde está ahora mismo el debate militar. Así que al margen de lo que piense o diga Chacón, unos afirman que se trata de una operación que necesita demasiados recursos, que implica enormes riegos y costes, y que podría echar a perder las revueltas. Dicen también que se requeriría destruir un extenso sistema aéreo de defensa. Sin embargo, otros avalan que técnicamente es posible porque –a diferencia de Irak en los noventa– Libia posee un obsoleto sistema aéreo que no sería difícil de neutralizar. Además, sería posible limitar la zona de exclusión aérea a las áreas controladas por las fuerzas no gubernamentales, algo más simple y menos costoso pero que al menos demostraría que la comunidad internacional quiere hacer algo.

Además, el flanco sur europeo –con las bases de Chipre, Italia y posiblemente Malta– sería bastante más seguro como plataforma de lanzamiento que como fue el Golfo Pérsico en las mencionadas operaciones en Irak. Y es poco probable que, como argumentan los críticos, se perciba como una intrusión neocolonialista: treinta y cinco intelectuales árabes y más de 300 organizaciones árabes de toda la región han firmado una carta exhortando a la rápida imposición de un mandato de la ONU sobre un área de exclusión aérea. Sería la mejor opción para parar a Gadafi, que está utilizando los bombardeos aéreos como primera arma de represión. Además sería la única manera de neutralizar la posibilidad de que el dictador tenga la tentación de usar el gas mostaza que se sospecha que aún posee.

Nadie dice que sea algo fácil, rápido y barato pero es la mejor opción, por ahora. Nosotros nos hemos mojado, así que ¿usted, señora ministra, qué va a defender en su reunión de la OTAN? ¿O va a esperar a la próxima encuesta para la sucesión de Zapatero?

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