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China en América

Un predecesor de Hu en iguales circunstancias dijo al final de su viaje que tenía ampollas en la lengua de hablar de derechos humanos. Hu parece haberse ahorrado las ampollas sin que la cosa cambie mucho.

La conjunción sideral, anunciada por la pitonisa Pajín, de dos líderes progresistas a ambos lados del Atlántico no dio los frutos merecidos, sin duda porque el de allende no ha estado a la altura de las circunstancias y no ha querido conjuntarse con el de aquende. Pero la conjunción de cuya importancia nadie duda, la de Obama y Hu, se ha producido con toda longitud temporal y solemnidad protocolaria hasta el pasado día 20, sin que tampoco haya cambiado el curso de las estrellas. Más o menos la visita se desarrolló de acuerdo con lo previsto, y no estaban previstos grandes avances.

El nexo que más estrechamente une a ambos países –la entrañable relación entre deudor y acreedor– apenas sí se ha aflojado. Nada menos que 45 millardos de nuevos contratos a favor de América son algo de lo que Washington puede presumir, pero equivalen a una gotita comparados con los dos billones de dólares de deuda, y sólo han sido el aderezo de la visita, pues se hubieran producido igual sin ella, ya que China no regala nada a nadie.

En el terreno de los derechos humanos se han restablecido ciertos equilibrios, no porque China haya hecho concesiones en ese sentido, sino porque los líderes americanos no han dejado, suave y cortésmente de pedírselas, renuncia a la que habían llegado en el primer año de Obama. Entonces éste se negó a recibir al Dalai Lama antes viajar a Pekín, y la secretaria de Estado había dicho que el tema no debía interferir en la relación entre los dos grandes de este mundo. La presión del Senado –que tiene que aprobar los acuerdos–, de los medios y el público han vuelto a traer la espinosa cuestión a la palestra.

Hu venía preparado y ha soportado el chaparrón con paciencia y un paso atrás en lo retórico, reconociendo que China tiene que hacer más en el asunto. Dada la naturaleza de su régimen, no es poco en lo que a boquilla respecta, pero no se espera que llegue a ser algo en la realidad. Desde los infernales tiempos de la Revolución Cultural, China ha realizado grandes progresos en ese asunto, quedando todavía muy por debajo de la línea de flotación mínimamente democrática. ¿Se puede extrapolar lo conseguido y abrigar esperanzas futuras? No lo parece, dado que la sociedad china vive bajo presión y, aunque pase desapercibido en el exterior, el miedo a un estallido es grande entre los dirigentes e incluso los beneficiarios del meteórico desarrollo de las dos últimas décadas. Las diferencias entre ostentosos ricos y grandes masas depauperadas no han hecho más que crecer. El ritmo de salida de la pobreza puede ser incluso espectacular pero la desesperación de los cientos de millones que no ven perspectivas de conseguirlo, ni para ellos ni para sus hijos, es igualmente creciente. A pesar de la opacidad del régimen, sabemos que la conflictividad social crece de año en año. En el pasado al menos cien mil manifestaciones de protesta.

En esas circunstancias los que mandan no tienen ninguna confianza en que puedan aflojar la represión. Más bien lo contrario. No hace muchos años, un predecesor de Hu en iguales circunstancias dijo al final de su viaje que tenía ampollas en la lengua de hablar de derechos humanos. Hu parece haberse ahorrado las ampollas sin que la cosa cambie mucho.

En el supurante tema económico central en las relaciones entre los dos países, la infravaloración permanente de la moneda china, que los convierte en exportadores de ventaja mientras mantienen semicerrado el mercado propio, Pekín se mantiene inconmovible. En el indignante y amenazador apoyo de China al hambriento y atómico comunismo norcoreano, tampoco ha habido ningún progreso. Las relaciones entre militares, que tratan de crear confianza y evitar malentendidos, van a continuar a pesar de la renuencia de los uniformados orientales. En cuanto a las crecientes ambiciones chinas sobre sus mares adyacentes, que tiende a considerarlos lagos de soberanía, tampoco hay novedades. Ese es tema de la máxima importancia internacional, que tiene sobre ascuas a todos los vecinos del viejo Imperio del Centro y los está llevando de nuevo al redil americano.

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