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Consejos de JFK

Estados Unidos es la peor superpotencia, excluyendo a todas las demás. Esperemos que dure, como Estados Unidos y como superpotencia

Los males que acechan a Occidente se multiplican. La crisis financiera sustituye al calentamiento global como temor desconocido y la recapitalización/nacionalizaciónde la banca española por el Gobierno socialista con el apoyo de Rajoy –siguiendo el programa de la Falange– suscita la sorpresa, casi tanto como que Lassalle celebre el fin de las ideologías en El País, el periódico más ideológicamente sectario de buena parte de Europa.

Lassalle alude en su artículo a un discurso de Kennedy en Harvard del que queda claro que es menester abordar los problemas concretos de manera técnica sin mitos teóricos, ni la ceguera de unos principios. O sea, que ahora resulta que la política ha muerto. Bien está que así sea, estaba empezando a resultar aburrida. Nada apasionante, que diría la Generación Obama.

Más allá de las frivolidades intelectuales hospedadas por el diario El País, todo esto muestra que hay un común denominador a los males de Occidente. Parece como si los últimos acontecimientos económicos, unidos a la expectativa de la victoria de Obama el 4 de noviembre, significaran una especie de desaparición de los Estados Unidos como superpotencia hegemónica. Algo así como volver al espíritu de Carter de una nación importante, pero sin demasiadas cosas que ofrecer.
 
Ante esto puede darse la circunstancia de que países como Irán, que siguen desafiando al mundo libre con Estados Unidos a la cabeza, o los terroristas que los combaten, interpreten la conjunción de la crisis con la elección de Obama como un síntoma de debilidad occidental. Bien es cierto que mientras el candidato demócrata no niega su intención de negociar con Irán –eso lo deja a su candidato a vicepresidente en los debates–, ha afirmado que será más duro con Pakistán. No habría nada peor que una percepción de flaqueza para incitar la agresión. No beneficiaría ni a la superpotencia decadente ni a los decadentes que esperan ver hundirse a la superpotencia.

Es por ello por lo que conviene citar a Kennedy en su discurso inaugural y no en graduaciones universitarias. Estaría bien que la costumbre de invocarlo genéricamente no sea en vano y acabe desembocando en una fragilidad americana que nos perjudique a todos. Consolaría que los dos candidatos estuvieran en condiciones de repetir como Kennedy que:

Las convicciones revolucionarias por las que lucharon nuestros antepasados siguen debatiéndose en todo el globo; entre ellas, la convicción de que los derechos del hombre provienen no de la generosidad del Estado, sino de la mano de Dios.

No estaría mal que Obama, si es que piensa ganar, que todavía está a tiempo, recuerde urbi et orbi:

Que sepa toda nación, quiéranos bien o quiéranos mal, que por la supervivencia y el triunfo de la libertad hemos de pagar cualquier precio, sobrellevar cualquier carga, sufrir cualquier penalidad, acudir en apoyo de cualquier amigo y oponernos a cualquier enemigo.

Que todos, americanos o no, recuerden las palabras grabadas en Arlington:

Así pues, compatriotas: pregúntense, no lo que su país puede hacer por ustedes, sino lo que ustedes pueden hacer por su país. Conciudadanos del mundo: pregúntense no qué pueden hacer por ustedes los Estados Unidos de América, sino qué podremos hacer juntos por la libertad.

Gane McCain o gane Obama, más nos vale a todos que los norteamericanos sigan fieles a Kennedy en esto y no en otras cosas. Eliminar de la ecuación a la superpotencia no va a hacer más pequeños los problemas, sino que los va a hacer irresolubles. Se diga o no, es una impresión generalizada. Si se teme de los Estados Unidos su unilateralidad es que se está viendo demasiada televisión de la mala, que en España es mucha. En agosto de 2001, tras ocho meses de Gobierno de Bush, el 70% de los europeos creían que éste –el vencedor en Irak– tomaba decisiones sin preocuparse del liderazgo exterior, "fundándose sólo en sus propios intereses".

Estados Unidos es la peor superpotencia, excluyendo a todas las demás. Esperemos que dure, como Estados Unidos y como superpotencia.

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