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El blandengue de Aznar

No es descartable que Zapatero pase en el futuro del fracaso de su negociación con ETA a la guerra sucia sin pasar en ningún caso por el Estado de Derecho. En ese caso, Aznar será también el incitador de esa guerra.

Al PSOE no se le ha ocurrido mejor argumento para contener la indignación popular contra su decisión de liberar cobardemente al terrorista De Juana Chaos que acusar a Aznar de haber sido un blando con ETA. La mentira es tan burda que ni un cuerpo de ejército mediático podría lograr que esa calumnia penetrara minimamente en la opinión pública española. No se lo van a creer ni los más votantes más recalcitrantes del propio PSOE, precisamente porque durante los ocho años de gobierno del PP la consigna de la izquierda fue el inmovilismo y el belicismo de Aznar en la lucha contra el terrorismo. Incluso se difundía la vileza de que, al haber sido victima el propio Aznar de un atentado de ETA, estaba inhabilitado para dirigir la lucha contra el terrorismo.

Lo cierto es que la primera decisión del Partido Popular al llegar al Gobierno fue cortar de raíz las múltiples vías de contacto y diálogo que el Gobierno terminal de Felipe González tenía abiertas con la banda terrorista ETA. Para ello hubo que sortear la presión que los anteriores responsables de Interior socialistas que consideraban un grave error romper todos los puentes con la banda terrorista.

Lo cierto es que ni durante el secuestro de Ortega Lara ni en el posterior de Miguel Angel Blanco el Gobierno de Aznar se permitió no ya la más mínima cesión al chantaje terrorista, sino ni siquiera reabrir esa interlocución de forma alguna con ETA. La prueba es que el concejal de Ermua apareció en una cuneta del País Vasco con dos tiros en la cabeza y que Ortega Lara hubiera muerto de inanición enterrado en su agujero sino lo libera la Guardia Civil.

Lo cierto es que durante la tregua-trampa de 1998 el PSOE presionó en público y en privado para que Aznar acercara más presos, redujera la presión de las Fuerzas de Seguridad del Estado contra la banda terrorista y aceptara entablar una negociación con los terroristas.

La política antiterrorista de Aznar no sólo fue la más limpia y transparente de la democracia, sino con gran diferencia la más eficaz. Fue tan positiva que el propio Zapatero se subió de forma oportunista al carro de la victoria sobre ETA, aunque a escondidas mantuviera simultáneamente conversaciones secretas con los terroristas, como ha quedado demostrado. No es descartable que Zapatero pase en el futuro del fracaso de su negociación con ETA a la guerra sucia sin pasar en ningún caso por el Estado de Derecho. En ese caso, Aznar será también el incitador de esa guerra.

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