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El caso contra Irán

La presión diplomática no deja de aumentar. Desde Washington se manejan tres razones para poner en su punto de mira, una vez eliminado Sadam, a los ayatolas iraníes: las ambiciones nucleares de la línea dura en Teherán; su continuado apoyo al terrorismo islámico y palestino, factor de complicación para el éxito de la “hoja de ruta”; y su injerencia, a través de los shiíes del sur y centro, en el futuro e Irak. De estos tres argumentos, el primero parece ahora el más preocupante.

Hace apenas un año, Irán reconoció poseer dos nuevas instalaciones nucleares, en Arak y Natanz, teóricamente para el desarrollo de aplicaciones civiles, pero susceptibles de ser utilizadas para uso militar en caso de necesidad. En teoría, Irán, un país signatario del Tratado de No Proliferación debería anunciar su retirada del mismo con 90 días de preaviso, pero todos los expertos apuntan a la posibilidad de que las autoridades iraníes no tendrían que hacerlo y que muy bien pudieran poner en marcha un programa clandestino para el enriquecimiento de uranio con fines militares. Esta tesis es generalizada en Washington, donde creen que la facción dura de los ayatolas no sólo se siente rodeada por las tropas norteamericanas, en el Este (Afganistán) y en el Oeste (Irak), sino que cree que la diferencia de trato al Irak de Sadam respecto a Corea del Norte radica en la posesión de armas nucleares por ésta última. Su interés más urgente es dotarse de un arma atómica, la primera bomba islámica fundamentalista.

Un Irán nuclear, dotado con misiles de medio y largo alcance gracias a la cooperación norcoreana y rusa, sería una fuente de inestabilidad regional. Por un lado, obligaría a Israel a buscar medidas de protección de todo tipo, pues los ayatolas siguen viendo en Israel un país a eliminar; por otro, Arabia Saudí volvería a sentir una fuerte tentación por dotarse de elementos de disuasión suficientes (posiblemente también nucleares) para no caer rendida ante un Irán hegemónico en el Golfo. Dos implicaciones muy peligrosas para el futuro de la zona. Y eso sin recurrir al propio temor americano ni a la posibilidad de que el terrorismo patrocinado por los iraníes amenazara también con armas de destrucción masiva.

GEES: Grupo de Estudios Estratégicos.


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