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GEES

El gran teatro del mundo

Constatado unánimemente que el inicio de ésta radica en el dinero barato y en la irresponsabilidad de los bancos al prestarlo, han decidido poner remedio. ¿Qué harán? Abaratar el dinero y dar recursos a los bancos.

Advertido el carácter imprescindible de las cumbres internacionales, se va a convocar una serie de ellas. No ya una, sino varias. El objetivo es requeteorganizar y superegularizar el sistema financiero mundial. Aquí teníamos una ministra que hubiera dicho, "del universo". Y Todos están invitados. ¿Todos? No. Un pequeño presidente del Gobierno resiste todavía y siempre las invitaciones que salen de Washington para estar entre los grandes.

Entretanto, Europa lleva unos días dedicada a una orgía de consenso sobre la intervención estatal para poner freno a la crisis. Constatado unánimemente que el inicio de ésta radica en el dinero barato y en la irresponsabilidad de los bancos al prestarlo, han decidido poner remedio. ¿Qué harán? Abaratar el dinero y dar recursos a los bancos, pintándolos en la pared con deuda si hace falta. Cómo hacer lo mismo que nos ha traído hasta aquí para salir es algo bueno, no corresponde a los contribuyentes preguntarlo. Son momentos críticos y hay que exigir una inquebrantable fe en el estado. No es tiempo de dudas inconvenientes. A pagar, y punto.

Igual que cayó el Muro de Berlín cae Wall Street, sentencian, equiparando sin vergüenza moral e intelectual los cien millones de muertos del socialismo real con la prosperidad y bienestar engendrados por una economía libre. Entre nosotros, Felipe González habla de "gobernanza internacional", y es que hay palabras que nunca debió avalar la Real Academia. Aprobamos un plan de choque equivalente a una emergencia nacional y se exige el consentimiento de todos los partidos. Si es tan importante poner un inmenso poder en manos del Estado ¿por qué no se comparte con la oposición en un Gobierno de concentración nacional, se impide la arbitrariedad como exige la Constitución y se somete a control riguroso del Parlamento? Debe de ser por la repugnancia que todo lo nacional, o sea español, produce al socialismo reinante.

Una vez acallados los escasos críticos contra el acuerdo universal, en una oscura pero, de momento, incruenta noche de san Bartolomé, ¿qué hace Europa dirigida por Francia? Ir a pedir permiso a Estados Unidos para montar un gran teatro, en el que la ignorancia de todos los ponga a salvo de las recriminaciones de mañana. Si todos se equivocan es que nadie podía acertar. Quedará así el nunca bien ponderado Estado indemne para el futuro.

A fuerza de criticar sin apenas contradicción al liberalismo, el capitalismo y a los signos característicos de Occidente, se está generando una opinión pública que padece de idolatría al Estado. Esto es peligroso por varias razones, no siendo la menor la similitud con la Europa de los años 30 en la búsqueda de jefes, caudillos y conductores que dieran resultados a Estados que se habían convertido en ineficaces. Esperemos que el gran teatro del mundo sea hoy ineficaz y que no haya resultados que no puedan reparar los ciudadanos. En todo caso, nunca tuvo tanta razón Reagan cuando dijo que el Estado es como el tracto digestivo de un bebé: voracidad absoluta por un lado, ningún sentido de la responsabilidad por el otro.

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