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El nuevo traspiés de Moratinos

la defensa del gobierno español de suavidad para Bashar el Assad va contra la corriente occidental. Una vez más nuestra diplomacia se alinea con los dictadores frente a los demócratas

Aunque en realidad el causante de todo el lío con Venezuela es el ministro de defensa, José Bono, la administración española le echa la culpa al responsable de la diplomacia española, Miguel Ángel Moratinos. Nuestro ministro, en cualquier caso, no está de suerte, porque en lugar de intentar remediar los entuertos del gobierno socialista, añade más leña al fuego en el rifirrafe con Washington. Ahora le ha tocado el turno a Siria.
 
En Washington no entienden la línea de Zapatero hacia Chávez y la zona y ahora se vuelven a asombrar de las propuestas que emanan de Moratinos hacia Oriente Medio, en especial Siria. Nuestro flamante ministro va contando a todo interlocutor que se le ponga por medio que el régimen baasista de Damasco ha dado un gran paso retirándose del Líbano y que ha legado el momento de que la comunidad occidental, empezando por la UE y siguiendo por los Estados Unidos, hagan un gesto de buena voluntad hacia la dictadura de Bashar el Assad.
 
Moratinos no parece apreciar que Washington y Londres –y por distintas razones París– no pueden aceptar su planteamiento. Para empezar, Siria no se ha retirado del Líbano por un acto de generosidad sino forzada por la nueva mayoría social libanesa que consideraba ya inaceptable la presencia de las tropas invasoras. Con todo, Damasco ha sacado a sus tropas uniformadas, pero se cuentan por más del millar los agentes secretos que ha dejado en el pequeño país mediterráneo. De buena voluntad, nada.
 
En segundo lugar, Siria está haciendo todo cuanto puede para desestabilizar la Autoridad Nacional Palestina, porque teme que Abú Mazen pueda llegar de verdad a un acuerdo con Tel Aviv y que el estado palestino acabe siendo una realidad. No sólo perderían una causa contra los judíos, sino que si el estado palestino avanza hacia reformas democráticas, Siria quedaría más aislada y empequeñecida económicamente. Sus ciudadanos tendrían otra vara con la que medir el despotismo del régimen de Damasco.
 
En tercer lugar, Siria es el gran apoyo logístico al terrorismo yihadista y a los seguidores de Sadam dentro de Irak. No sólo ya dio refugio a importantes cabecillas de la tiranía de Sadam, sino que sigue permitiendo el paso por su frontera de elementos guerrilleros y todo tipo de munición para los mismos.
 
En suma, en contra de lo que pregona el ministro de exteriores español, Siria no ha dado todavía los pasos que debería dar. Y por eso la defensa del gobierno español de suavidad para Bashar el Assad va contra la corriente occidental. Una vez más nuestra diplomacia se alinea con los dictadores frente a los demócratas.

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