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El regalo de Castro a Zapatero

Como no está dispuesto a renunciar al poder ni abrir Cuba a la democracia y a la libertad, lo que hará Castro, como siempre, es jugar con la vida y el destino de los cubanos

En una hábil maniobra política, Castro ha autorizado a que el embajador español en La Habana, Carlos "Charly" Zaldívar, sea recibido oficialmente por su ministro de Exteriores, rompiendo con la congelación de relaciones diplomáticas impuesta por él mismo a los miembros de la UE tras las sanciones impuestas a la dictadura cubana tras el encarcelamiento, hace un año, de 74 presos políticos.
 
El gobierno español ha aceptado encantado este trato singular y de favor, desmarcándose de la política comunitaria hacia Cuba, política, dicho sea de paso, que ya venía intentando torpedear desde hace meses. Según el cacareado europeísta Zapatero, la PESC sólo es admisible si expresa su visión de las cosas. De lo contrario hay que dinamitarla.
 
En lugar de correr a los pasillos de la oficialidad castrista, el embajador español en Cuba debería haberse preguntado el por qué de esa relación privilegiada, por qué en estos momentos y con qué consecuencias. Castro ha elegido el eslabón débil de la comunidad occidental, al país más aislado de la misma, gracias a un gobierno que sólo se codea y regocija con su buen amigo el coronel Chávez. Y esta elección no es gratuita. El piensa que con el gobierno de España a su lado, las sanciones de la UE tardarán poco en caer. Pero puede que no sea así y le acabe sucediendo como a Saddam con sus amigos de Francia.
 
Ahora bien, el gobierno de Zapatero debería saber que abrirse a Cuba en estos momentos no sólo nos aleja de nuestros socios europeos, incluidos los supuestamente mejores aliados del gobierno socialista (como se vio en la cumbre hispano-alemana), sino que es un obstáculo más para cerrar las herida más sangrante de la política exterior de Zapatero, su absoluta falta de entendimiento con los Estados Unidos. Si Zapatero prefiere a Castro es, sin duda, por su impotencia en los demás frentes que él mismo se ha encargado de abrir y que no sabe cómo cerrar.
 
En cualquier caso, Castro no es tonto y algún caramelo se tendrá guardado con el que intentar endulzar el trago que zapatero se ha propuesto beber él solito. Como no está dispuesto a renunciar al poder ni abrir Cuba a la democracia y a la libertad, lo que hará Castro, como siempre, es jugar con la vida y el destino de los cubanos. Empezando por su principal pieza de macabro chalaneo, los presos. No sería de extrañar que Zaldívar escribiera un ardoroso telegrama anunciando que gracias a su gestión y la nueva política cubana del Ejecutivo español se van a suavizar las condenas de algunos encarcelados injustamente. O incluso que algún afortunado de entre ellos quede en arresto domiciliario. O que se le permita salir de la dictadura y exilarse en otro país.
 
Se trataría de un regalo destinado a enjuagar la mala acción exterior de este gobierno. La supuesta prueba de que sus giros populistas e izquierdistas dan su resultado. Pero hay que recordar que los presos políticos en Cuba no son docenas, sino miles. La vida de los presos de conciencia es muy importante y la liberación de uno o algunos un acontecimiento a celebrar. Pero hay que saber que se produce porque Castro quiere y maquina algo con ello, no por la fortaleza ni las peticiones de un gobierno absolutamente débil que se rinde ante cualquier obstáculo. Lo que Zapatero debería estar pensando ya es pedir la liberación total de los presos políticos en Cuba, no darle un nuevo balón de oxígeno a uno de los dictadores más cercado por la Historia.
 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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