La rotación del contingente español en el Líbano ha comenzado ya. Al mismo tiempo, el ministro de Defensa ha anunciado el envío de inhibidores para intentar saldar así su deuda con los soldados que patrullan a las órdenes de la FINUL. Con todo, el riesgo para nuestras tropas no hará sino aumentar en las próximas semanas. Y no sólo porque elementos islamistas puedan volver a actuar contra nuestro despliegue o el de los otros miembros bajo el paraguas de la ONU, sino, sobre todo, porque la situación general en el Líbano va a empeorar. De hecho, la crisis política puede que se agrave hasta convertirse en una nueva guerra. Y para ello no están preparados nuestros soldados porque el Gobierno que decidió su despliegue, el de ZP, tampoco se ha preparado para ello.
¿Por qué puede empeorar pronto la frágil situación? Pues porque en los próximos días hay dos acontecimientos en Naciones Unidas que afectan al Líbano. El primero es la revisión del cumplimiento de la resolución 1701 por parte del nuevo secretario general. Hasta donde se puede saber, el informe será lo suficientemente crítico como para poner en evidencia que Hezbolá está empleando este tiempo y la presencia de la FINUL reforzada para dos cosas: rearmar sus milicias y reconstituirse como la principal fuerza política del país. El segundo evento en la ONU será el envío al Consejo de Seguridad del informe sobre el asesinato de Rafiq Al Hariri que, hasta donde se ha filtrado, apunta claramente a la mano siria y a conexiones con el más alto mandatario en Damasco, Bashar el Assad.
A su vez, Emil Lahud, el actual presidente pro-sirio del Líbano, ha amenazado con formar un Gobierno paralelo si no se resuelve la parálisis política que aqueja al de Siniora, convertido en un Gobierno de papel toda vez que Hezbolá le retiró su confianza política. Hezbolá querría ahora el control del país. Y si tiene que orquestar un golpe para ello, cuenta con las milicias suficientes para tener éxito. ¿Qué harían nuestras tropas y la FINUL si Hezbolá, en total violación de las resoluciones de la ONU, moviliza a sus elementos al norte y al sur del río Litani? ¿Tomar nota de ello?
Aún peor, ¿y si las agendas de Hezbolá y Siria no coinciden esta vez? ¿Y si Damasco prefiere intervenir directamente en el Líbano para dominar a un Hezbolá que cada día es más claramente un instrumento de Irán? ¿Qué harían entonces nuestros soldados?
El ataque en el que murieron seis compatriotas no puede juzgarse de manera aislada del contexto del país y de la región, como quiere el Gobierno socialista que hagamos. Al haber puesto el énfasis del suceso en la falta de inhibidores ahora podría parecer que con la instalación de los mismos nuestras tropas estarán a salvo. Nada parece indicarlo si es cierto que el Líbano está destinado a nuevos enfrentamientos. ¿Tiene el Gobierno pensado cómo sacar al contingente español de allí si estalla una nueva guerra? Porque si no tiene los planes, o si los tiene pero carece de los medios para ejecutarlos de manera rápida y eficaz, ya puede ir pensando en otro tipo de inhibidores, porque no se conformarán sólo con bombas; las balas lloverán sobre nuestros cascos azules.