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El tiro por la culata

...tanto Moscú como Kiev han calculado desastrosamente mal. Putin se ha implicado hasta las cejas en un fraude electoral que ha resultado patente para el mundo entero

En lo que todos los expertos coinciden es en considerar disparatada la apuesta de Putin en las elecciones ucranianas. No hay ya tanto acuerdo respecto a qué se había propuesto. La magnitud del error de Putin obscurece sus intenciones. Lo más probable es que pensase en una ganancia geopolítica en términos clásicos, hoy francamente obsoletos.
 
Putin se esfuerza por reconstruir una unión eslava que a su vez sea el núcleo y motor de una revivida Comunidad de Estados Independientes. De ese núcleo la pieza central es Ucrania y los otros socios Belarús y Kazajstán. Ciertamente sería un bloque muy respetable, pero es un proyecto altamente problemático, ahora tanto como desde que se descompuso la URRS. Ucrania se resistió desde el principio, Belarús es un desastre, con el último abyecto dictador de Europa a su cabeza, y aunque Kazajstán tiene una importante población rusa, quien da nombre al país son sus elementos tradicionales de estirpe turca.
 
En los últimos tiempos, quienes detentan el poder en Kiev, autoritarios y corruptos, parecían más dispuestos a la asociación. Pero se trataba esencialmente de protegerse frente a las presiones democratizadoras, no de ceder soberanía. Ese aspecto político puede haber estado también presente en las decisiones de Putin. Un empujón hacia la democracia en Ucrania sería un “mal ejemplo” para la sociedad rusa que bajo su égida camina en la dirección contraria.
 
Sea lo que fuere, tanto Moscú como Kiev han calculado desastrosamente mal. Putin se ha implicado hasta las cejas en un fraude electoral que ha resultado patente para el mundo entero. Aunque las operaciones fraudulentas han quedado ampliamente documentadas, más allá de cualquier duda, la operación entera se ha realizado con cierta delicadeza. A Yúshchenko se le dejó ganar en la primera vuelta, pero con un margen que hacía inevitable la segunda. En ésta se incrementaron las ilegalidades, pero sólo para proporcionar al candidato oficial una discreta “victoria” por un margen del  3%.
 
Quizás no valoraron la importancia de los observadores e inspectores electorales de dentro y de fuera. Diversas organizaciones, sobre todo americanas, tanto oficiales como no gubernamentales han estado invirtiendo en los dos últimos años en la formación de equipos que vigilasen todo el proceso. Ya desde el verano denunciaron las irregularidades en el desarrollo de la campaña. Ahora han sido capaces de sacar a la luz los trapos sucios en las votaciones. Y toda esa intervención ha tenido lugar de acuerdo con las normas de la OSCE,  de la que Ucrania es miembro, y de las propias leyes del país. Nada que pueda denunciarse como interferencia externa.
 
Pero donde más estrepitosamente han fallado los cálculos ha sido en la reacción internacional y en la de la propia población, ambas potenciándose mutuamente pero siendo decisiva, y espectacular, la segunda. Kiev y Moscú esperaban algunas protestas diplomáticas de funcionarios de segundo rango. Con tropas ucranianas en Irak y un candidato opositor, aunque prooccidental, más sensible a las voces mayoritarias que desean la retirada, el presidente Kuchma y su jefe de gobierno y candidato a la presidencia Yanukóvich, esperaban que los americanos pusiesen sordina a cualquier protesta. Putin también contaba con mayor deferencia por parte de Washington. Su llamativo y sorprendente apoyo público de última hora a la candidatura de Bush quizás fue un cálculo, ese si muy ajustado, pensando en crear deudas con vistas a estas otras elecciones en su vecindario inmediato.
 
También la intensidad de la reacción popular ha resultado una sorpresa. Tras años de sucios trapicheos y eficacia represiva se esperaba sin duda más de lo mismo, es decir voces clamando en el desierto. Pero está claro que la opinión nacionalista de la parte oeste de país, prooccidental y prodemocrática, había llegado a un punto crítico. Una vez puesta en marcha la reacción popular el poder contaba con que el general invierno enfriase los ardores políticos, pero estos han resultado un volcán que no se apaga tan fácilmente. Y el movimiento no ha hecho más que extenderse. Parte del aparato del estado, incluidas las fuerzas de seguridad y el ejército mismo, se les han ido sumando.
La conjunción de un sistema que destapa la verdad, un Occidente que actúa unido, llamándole a las cosas por su nombre pero propiciando vías de salida y una opinión interna decidida a realizar considerables sacrificios sin abandonar la línea pacífica, están llevando a cabo lo que puede ser una revolución de muy considerable alcance en la zona eurasiática.
 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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