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Erdogán en Trípoli

El más poderoso presente que Erdogán ofrece a los libios es también su más poderosa arma para expandir su influencia por el Mediterráneo: el modelo turco de islamización.

Por la mano. Así ganaron Sarkozy y Cameron a Tariq Erdogan en su visita a Libia de esta semana. Los mandatarios británico y francés han ido a Libia a transmitir un mensaje: de ellos son las bombas, gracias a ellos los rebeldes se han medio hecho con el país, y ellos son los naturales interlocutores del futuro nuevo gobierno libio. Y ello en un momento en el que éste muestra su peor cara, admitiendo sin disimulo el papel que la sharía va a jugar en la nueva constitución del país norteafricano. País al que el viernes llegaba, sin tanta expectación pero con sus propios planes, Erdogán.

El más poderoso presente que Erdogán ofrece a los libios es también su más poderosa arma para expandir su influencia por el Mediterráneo: el modelo turco de islamización. El dirigente turco y su partido, el PKK, están abordando las necesarias reformas para llevar el régimen laico construido por Ataturk entre los años veinte y los treinta, y garantizado por el ejército desde entonces. El pulso con las Fuerzas Armadas y con la judicatura y los altos tribunales –garantes de la laicidad del Estado–, los está ganando Erdogán, apoyado en el Parlamento y en la apelación a la mayoría musulmana turca. No es que el resultado final sea un régimen menos deleznable que otros basados en la ley islámica, pero renuncia a la revolución islámica violenta en beneficio de métodos aparentemente más suaves. Mismo preocupante fin, distintos y menos cortantes medios.

El resultado es un giro islamista no abiertamente violento que, por tanto, no cuenta con la oposición de la opinión pública occidental... y que es visto con envidia por todos los islamistas que han fracasado en sus distintos países, y tienen ahora una nueva oportunidad con la llamada "primavera árabe". De ahí que Erdogán se haya convertido en el modelo a seguir por los islamistas de los países sometidos a revueltas en los últimos meses. Su presencia en Libia supone un reconocimiento importante a la forma de imponer la sharía que los dirigentes del Comité de Transición tienen pensado llevar a cabo.

Y supone también la consecución de nuevos aliados en la búsqueda turca de apoyos en su poco disimulado proyecto de convertirse en la gran potencia regional de la zona y de parte del mundo árabe. Las dos expresiones previas de este neo-otomanismo de Erdogán han sido el apoyo al proyecto nuclear iraní del año 2010, y en ese año y en este mismo de 2011, la provocación continua a Israel a propósito de la flotilla islamista.

¿Será alguien capaz de frenar al ambicioso premier turco?

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