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España se queda atrás

Los países hablan de política y estrategia de seguridad nacional, unos para iniciarse en la materia y otros para debatir sobre las nuevas tendencias, y en la mayoría de los casos utilizando como referente la National Security Strategy estadounidense.

Alemania se ha sumado al nuevo reto en el que están embarcadas las principales naciones europeas. Ha sido el último país en elaborar un primer borrador sobre una Estrategia de Seguridad. Un documento de 19 páginas fruto del debate que inició Angela Merkel sobre los intereses nacionales y su salvaguardia en el contexto de la Unión Europea, de la Alianza Atlántica y del mundo. Además, está en proyecto el establecimiento de un Consejo de Seguridad Nacional que supervise las agencias y los ministerios involucrados, dé coherencia y proporcione una visión de conjunto de su seguridad.

En marzo de 2008 fue el Reino Unido quien publicó la que es su primera Estrategia de Seguridad Nacional. La Cabinet Office enumeró los principales riesgos que amenazan actualmente al país, como el terrorismo, las armas nucleares y las tensiones en regiones como el Medio Oriente y Afganistán, o las epidemias y el cambio climático. Además de esbozar la estrategia, se detallan algunas medidas para afrontarlos, como fondos adicionales para los servicios de inteligencia y las fuerzas antiterroristas.

Desde abril de 2007 los holandeses también disponen de una Estrategia de Seguridad Nacional. Varias potencias emergentes como la India cuentan con ella, así como con un Consejo de Seguridad desde hace años. Los italianos han dado sus primeros pasos con la publicación de una agenda sobre política exterior para el 2020. Sarkozy está inmerso en un mastodóntico debate que culminará con la preparación de un Libro de Defensa y de Seguridad Nacional, y la presumible creación de un Consejo de Seguridad Nacional. Hasta la Unión Europea se ha planteado la revisión de lo que se conoce como Estrategia Europa o "Documento Solana", de 2003.

Los países hablan de política y estrategia de seguridad nacional, unos para iniciarse en la materia y otros para debatir sobre las nuevas tendencias, y en la mayoría de los casos utilizando como referente la National Security Strategy estadounidense. Nadie quiere quedarse rezagado y buscan la manera de encarar el nuevo orden internacional, desde hacer frente al desafío de los islamistas radicales hasta adaptarse al nuevo cambio del centro de gravedad de las relaciones internacionales, que ahora se posiciona en el Océano Índico y no en el Atlántico.

Pero la España de Zapatero se contenta con ser de los últimos países en lidiar con la realidad. Da igual que los riesgos y las amenazas sean cada vez más complejos, sucedan a una velocidad de vértigo y estén interconectados, porque él vive en paz. Pero no estaría nada mal que el Gobierno que se acaba de estrenar siguiera los pasos de nuestros vecinos y elaborara una Estrategia de Seguridad Nacional. En ella deberían fijarse los retos para España, que además coinciden en su mayoría con la del resto de europeos, y las opciones para enfrentarse a ellos. Una "gran" estrategia de múltiples dimensiones que incorpore elementos judiciales, policiales, de inteligencia y militares; una estrategia que prevenga, se anticipe y golpee cuando haya que hacerlo; en la que participen Economía, Exteriores, Interior, los servicios de Inteligencia y Defensa. Todo ello para proteger los intereses de España y de los españoles allí donde haga falta de amenazas que afecten a nuestra seguridad y la de nuestros aliados.

No parecen ir por aquí las cosas. Tras el bochorno de Somalia, donde Zapatero ni siquiera tuvo la decencia de dar la cara durante la crisis, parece que la elaboración de una Estrategia de Seguridad Nacional no entra en sus planes. Quizá porque si no cree ni en la nación ni en proporcionar seguridad a los nuestros, ¿para qué hace falta estrategia ninguna?

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