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España según Michelle Obama

En Estados Unidos lo que se le pide a su primera dama es que dé un mejor ejemplo y sea una patriota: es decir, que la escapada la hubiera hecho a cualquiera de los magníficos lugares de su geografía.

Ahora que ya se ha ido y ha pasado todo el revuelo de su visita, queda la esperanza del sector turístico andaluz y, también, por qué no, una secreta vergüenza: ¿pero ha venido a España la Obama? A heñir de su agenda, en realidad ha visitado Al Andalus, los restos de la ocupación musulmana de la Península Ibérica. ¿O es que acaso España se reduce a la Alhambra, por bella que sea esa edificación? ¿Es que, por poner un ejemplo, el Monasterio del Escorial no cuenta?

Pero mientras por estos lares los Banderas y Longorias organizaban cenas de gala al mejor estilo hortera hollywoodiense, a cubiertos prohibitivos para el mortal español, hundido por la crisis de Zapatero, la visita de la primera dama americana no se veía con tan buenos ojos como por aquí. La gira era percibida como un lujo extravagante justo en un momento delicado de la economía de la mayoría de las familias norteamericanas. Aún peor, volvía a recordar el carácter elitista de los demócratas americanos, justo en un momento donde la distancia entre el pueblo y sus dirigentes se ahonda por momentos.

Mientras que la imagen que se le pide a Michelle Obama que transmita de España nos lleva a la España folclórica de Franco, tablaos para turistas baratos y playas, en Estados Unidos lo que se le pide a su primera dama es que dé un mejor ejemplo y sea una patriota: es decir, que la escapada la hubiera hecho a cualquiera de los magníficos lugares de su geografía.

Y es que ahí es donde fallan los Obama. Se sienten poco americanos. De hecho, Michelle Obama solo reconoció sentirse satisfecha con su país cuando supo que su marido había vencido a su contrincante presidencial, el senador John MCain. Demasiado tarde para muchos, integrantes de una sociedad que si se caracteriza por algo es por anteponer Estados Unidos ante cualquier otra cosa.

El embajador de George Bush ante la ONU, John Bolton, ha calificado a Obama como el primer presidente "post-americano". En realidad los Obama son la primera familia "post-occidental" en instalarse en la Casa Blanca. En términos políticos el marido ha dado suficientes pruebas de inclinarse gustosamente hacia el islam a la vez que se alejaba de sus aliados tradicionales, del Reino Unido a Israel, pasando por completo de los europeos.

Ahora su mujer, con su gira por el recuerdo de la España morisca y su desprecio de toda la herencia arquitectónica y cultural del verdadero ser de España, hecha precisamente contra todo lo que ha visitado, se aleja de nuevo de los valores centrales del mundo occidental, creyente y judeocristiano.

Y es que la infancia a veces marca demasiado.

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