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Estrategia de Seguridad Nacional 2.0

Como dijo George W. Bush el día de su toma de posesión, "la libertad de nuestra tierra depende de la libertad en el resto del mundo".

La Casa Blanca acaba de hacer pública su nueva versión de la Estrategia de seguridad nacional americana (NSS), adaptando su anterior edición, de septiembre de 2002, a las nuevas circunstancias. Quienes esperaban y anunciaban una revisión en profundidad de la anterior estrategia nacional, se han equivocado. Lejos de presentar un canto a los supuestos errores de la anterior, esta versión no es sino la proyección en el tiempo de aquélla, más conocida como "doctrina Bush".

Así, para empezar, frente a quienes han enterrado la doctrina de la acción preventiva a causa de las dificultades encontradas en Irak, el documento de la Casa Blanca no puede dejar a ninguna clase de dudas: "los Estados Unidos actuarán, si es necesario, de manera anticipatoria en el ejercicio de su derecho inherente a la autodefensa". Y es que nadie en su sano juicio, salvo las huestes de Michael Moore, epígonos de aquellos que gritaban en los 80 "mejor rojos que muertos", renunciarían al derecho de defenderse de manera anticipada de un ataque de consecuencias catastróficas. Hay cosas por las que merece la pena arriesgarse, e intentar salvar como sea, y una de ellas es nuestra forma de vida en libertad y prosperidad.

En segundo lugar, frente a todos quienes denuncian por quimérica la política de expansión de la democracia, la nueva estrategia de seguridad nacional no hace sino validar cuanto hasta ahora ha venido diciendo el presidente Bush. "el avance de la libertad y la democracia y de la dignidad humana es la solución duradera del terrorismo transnacional de hoy". Como dijo George W. Bush el día de su toma de posesión, "la libertad de nuestra tierra depende de la libertad en el resto del mundo". No hay desviación alguna en este nuevo documento en contra de lo que mucha gente había anunciado. Todo lo contrario. Por ejemplo, se apunta a Irán como una nación donde el cambio de régimen es urgente y necesario.

Por último, en esta nueva versión, se hace hincapié en algo que ha pasado relativamente desapercibido en los últimos años: el esfuerzo por encontrar nuevos marcos de colaboración multilateral entre Estados Unidos y sus socios y aliados. Es cierto que las instituciones tradicionales donde se ha expresado la solidaridad internacional entre los aliados han caído en la marginalidad, pero eso no ha llevado a un curso de acción exclusivamente unilateral a Norteamérica, sino todo lo contrario. Washington no ha hecho sino buscar y crear nuevos marcos de cooperación y este nuevo documento da fe de ello.

Lo que ocurre es que da fe de algo que es poco agradable para los europeos, siempre queriendo ocupar el lugar central de las consideraciones americanas, y es que Europa apenas sale mencionada en esta edición de la Estrategia de Seguridad Nacional, frente a un Pacífico que cada día se ve como más central para el futuro del mundo.

En todo caso, lejos de ser una revisión y corrección de la anterior versión de 2002, la estrategia de 2006 ahonda en los mismos objetivos e ideales. Y no se debe a un empecinamiento de George W. Bush. La realidad es que no hay otro marco conceptual ni a su derecha ni a su izquierda, ni entre los republicanos ni en los demócratas, con el que orientar la acción estratégica de América. Es la doctrina Bush, pero como esta versión viene a poner de relieve, es mucho más que eso, es el único curso de acción para una América que quiere sentirse libre de la amenaza del terrorismo islamista.

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