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GEES

Europa sin pulso

Sus valores son minoritarios en Europa, le dijo López Aguilar a Mayor Oreja. Sí, pero son los valores europeos, los que han creado la grandeza, la riqueza, y en tantas cosas, es delirante que nos avergoncemos de decirlo.

De la campaña por las europeas nadie podría deducir lo mucho que, para bien y para mal, nos jugamos en Europa. Por el contrario, su atonía sí parece ser un fiel reflejo del estado de la Unión.

Der Spiegel, el importante semanario alemán, ha hecho entrevistas en los veintisiete países. El resultado es especialmente abrumador porque no cabe sospecha de sesgo antieuropeísta ni por parte del medio ni de las personalidades entrevistadas. Bajo el título de 27 visiones de Europa, surge una, considerablemente común y desalentadora. Para Austria "la UE es un país extranjero", para Bélgica "Europa corre el riesgo de convertirse en una nota de pie de página de la Historia". En Bulgaria "los problemas de la Unión nos parecen distantes". Dinamarca "todavía sopesa el sí o el no a la UE". En Francia, ¡vaya! "la sensación es que Europa ha salvado a Francia de la crisis". Veremos. En Irlanda "el estado de la economía ahoga por completo la campaña", pero "Dublín espera que un segundo referéndum –sobre el proyecto enmendado de Constitución– tuviese éxito si Bruselas hiciese concesiones clave". En Holanda "muchos votantes están todavía furiosos". En el Reino Unido "las elecciones no son acerca de Europa... sino un veredicto sobre el Gobierno de Gordon Brown" ¿Suena familiar, no? Alemania e Italia todavía no han hecho su aportación. En pequeños países de Europa Oriental suenan notas más positivas vinculadas a, o más bien condicionadas por, la esperanza de que la Unión las proteja de Rusia.

¿Se reduce el problema al itinerante Parlamento de Bruselas/Estrasburgo? Si así fuera no sería demasiado grave. El organismo no es comparable a sus homónimos nacionales. Su papel es mucho más modesto y no puede ser de otro forma, porque no representa a un pueblo soberano, sino a veintisiete que se expresan, indirectamente, a través de sus gobiernos, verdaderos dueños del conjunto y por tanto verdaderos responsables de todo lo bueno y lo malo que esta original asociación nos ha traído.

Lo bueno se proclama por todas las esquinas. Exagerado o no, no vale la pena discutirlo. Las desvaídas campañas son acerca de más de lo mismo, lo que se da por supuesto. Pero de lo que deberíamos estar hablando con pasión y angustia es de lo que hay que prevenir, enmendar, corregir. De aquello de lo que debemos defendernos. De ciertos desoladores síntomas en los que ya estamos inmersos. De la conciencia de lo que se nos viene encima. El GEES lo ha reunido en un más que oportuno informe: Ante la Decadencia de Europa. No es la alegría de la huerta pero son las verdades del barquero.

Para empezar, aquello que es incontrovertible. Demografía es destino, dicen los especialistas y dicen bien. Es la única ciencia social cuyas previsiones se cumplen. Y Europa, el conjunto de población más viejo del mundo, no por antiguo sino por envejecido: 39 años de edad media, seguirá envejeciendo inexorablemente y comenzará a disminuir en términos absolutos el próximo año. El rechazo de los hijos es un rechazo civilizacional a la vida, ampliamente atestiguado en el plano intelectual. El relativismo y el multiculturalismo que parece haber pasado a constituir nuestra principal seña de identidad, reconoce y defiende la de todos los demás, pero vacía la nuestra y le da la vuelta como un calcetín. Sus valores son minoritarios en Europa, le dijo López Aguilar a Mayor Oreja. Sí, pero son los valores europeos, los que han creado la grandeza, la riqueza, y en tantas cosas, es delirante que nos avergoncemos de decirlo, la superioridad Occidental que es la base de su universalidad. ¿A dónde nos lleva su negación?

Una cosa es segura. Un sector de inmigrantes crece meteóricamente. Muchos, tanto de los que llegan como de los que se quedan en sus países, tienen voluntad de conquista y moral de victoria. ¡Os conquistaremos con vuestras leyes, pero os gobernaremos con las nuestras!

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