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Éxitos policiales

Las nueve detenciones de etarras ocurridas desde el final del alto el fuego ponen en evidencia que la Guardia Civil no ha estado en el proceso.

La Guardia Civil ha evitado que el debate sobre el Estado de la Nación se haya teñido de sangre. Las sucesivas operaciones en Huelva y en el sur de Francia han frustrado, por ahora, el deseo de los terroristas de reaparecer con un atentado espectacular tras el final de su alto el fuego. Sin embargo, estas mismas operaciones ponen de manifiesto que ETA mantiene intacta su voluntad asesina y tiene capacidades para hacerla realidad.

Las nueve detenciones de etarras ocurridas desde el final del alto el fuego ponen en evidencia que la Guardia Civil no ha estado en el proceso. El Servicio de Información de la Benemérita ha desafiado las veladas indicaciones políticas de ralentizar su acción contraterrorista para facilitar el dialogo con la banda. La desarticulación del Comando Donosti, antes incluso de la ruptura formal del alto el fuego, resultó particularmente molesta para un Gobierno que en aquellos días trataba desesperadamente de reabrir el proceso de negociación con los asesinos tras el mortal atentado de la T-4.

Los mal disimulados gestos de disgusto del ministro del Interior por aquella importante operación se han tornado ahora en felicitaciones públicas a la Guardia Civil en ruedas de prensa multitudinarias. Rubalcaba respira cada vez que se evita un atentado en el último minuto y el Gobierno saca pecho como si esas operaciones fueran el primer fruto de su renovada firmeza contra los terroristas. La Guardia Civil ha pasado así de ser un obstáculo para el proceso de paz a convertirse en un seguro de vida para el Gobierno.

La pregunta es qué habría pasado si el Gobierno hubiera mantenido la presión sobre ETA durante estos tres años en vez de abrir a la banda expectativas de negociación que luego se han visto frustradas. ETA sería ahora una banda terrorista terminal que no hubiera ocupado más de dos minutos del debate del Estado de la Nación para que Gobierno y oposición se felicitaran por el éxito de su Pacto contra las Libertades. Por el contrario, el proceso nos ha conducido a un escenario en el que ETA monopoliza el debate dentro del Parlamento e intenta cobrarse con la vida de inocentes los compromisos incumplidos que asumió Zapatero durante la negociación. Sólo nos queda confiar en que la Guardia Civil pueda seguir evitándolo.

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