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Gendarmería europea

Francia desea crear una Gendarmería Europea que, bajo la inspiración de su propia Gendarmería, reúna a todas las fuerzas de seguridad de estatuto militar de los países de la Unión. La razón para esta iniciativa francesa es doble. Por un lado, se trata de una contraofensiva de la Ministra de Defensa, Michele Alliot-Marie, que ve con preocupación cómo la Gendarmería, tradicionalmente vinculada a su Departamento, está siendo fagocitada cada vez en mayor medida por el poderoso Ministro del Interior, Nicolai Sarcozy. Esta iniciativa permitiría al Ministerio de Defensa justificar la permanencia de la Gendarmería en su organigrama, dado el nuevo papel estratégico que desarrollaría este Cuerpo.
 
La segunda razón viene de las lecciones aprendidas, tanto en los Balcanes como, aún más dramáticamente, en el actual conflicto en Iraq. La principal conclusión sacada de estos conflictos es la necesidad de asegurar lo más rápidamente posible un entorno de seguridad pública tras la intervención militar. Estas fuerzas deberían impedir situaciones de saqueo, descontrol y desorden que degeneren en riesgos para las propias fuerzas militares o para las poblaciones civiles. Esta Gendarmería vendría así a completar los instrumentos puramente militares de la gestión de crisis y podría actuar tanto encuadrada en la cadena de mando militar como bajo autoridad civil.
 
El consenso entre los potenciales participantes en esta iniciativa (España, Italia, Holanda y Portugal, además de Francia) es alto en cuanto al concepto y la doctrina de empleo e incluso la organización. Sin embargo, hay un debate intenso sobre dónde encuadrar institucionalmente esta fuerza. Así, Francia, en un principio, era partidaria de una iniciativa tipo Eurofor, es decir, una iniciativa intergubernamental cuyos instrumentos se ponen a disposición de la Unión. Por el contrario, el resto de los socios parecen más inclinados a encuadrar esta Fuerza en el seno de la cadena política-militar de la Unión Europea. El problema de esta fórmula es que requiere que la iniciativa sea apoyada de forma unánime por los 25 miembros y en algunos países, especialmente los nórdicos, hay ciertas reticencias a estas fuerzas de seguridad de naturaleza militar.
 
El Gobierno español ve inicialmente con buenas ojos esta iniciativa francesa, aunque es de los que más firmes se mantiene en vincular la iniciativa al Consejo Europeo, entre otras razones para no duplicar los compromisos ya contraídos por nuestro país en el marco de las fuerzas de policía para la gestión de crisis.
 
No obstante, si las dificultades europeas persisten, España debería hacer una propuesta de creación de una unidad de este tipo en el marco de la Fuerza de Respuesta de la OTAN. Por un lado, la Guardia Civil es reconocida internacionalmente como la fuerza de estas características que mejor se adapta a estas misiones internacionales. Por otro, nuestra especial relación con Estados Unidos, que carece de este tipo de unidad, pero que tiene abierto un debate sobre el futuro de su Policía Militar, nos puede convertir en un interlocutor privilegiado en la Alianza Atlántica para impulsar esta iniciativa. En este supuesto, España podría asumir el protagonismo que hoy ocupa Francia en la iniciativa estrictamente europea.
 
 
GEES: Grupo de Estudios Estratégicos

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