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La debilidad del oso

Rusia parece inmersa en una brutal reforma militar con vistas al 2020, cuyo principal aspecto es la drástica reducción del personal militar, que está siendo acompañada además de un creciente gasto militar.

El Kremlin ha divulgado por fin su esperada su nueva doctrina militar, donde abundan las generalidades, como suele pasar en este tipo de documentos. Lo hizo cinco días después de que Washington diera a conocer su Revisión Estratégica de la Defensa, y el mismo día en que comenzada la 46 Conferencia Internacional de Seguridad en Munich.

Lo que más ha llamado la atención – aunque tampoco debería ser una sorpresa puesto que es algo que las autoridades rusas han venido denunciando en los últimos años– es que la nueva doctrina considera como primera amenaza exterior la ampliación de la OTAN hacia sus fronteras. Además, menciona como segunda amenaza los "esfuerzos para desestabilizar la situación en determinados países y regiones que minen la estabilidad estratégica", que esconde la creencia de ciertas élites rusas de que Estados Unidos ha estado detrás de ciertas revueltas populares en países de la antigua esfera soviética. Los documentos oficiales previos no habían sido nunca tan explícitos considerando a la OTAN y a sus miembros como el principal peligro. Paradójicamente, más adelante en el texto Rusia defiende una mayor cooperación con la Alianza por tener desafíos y retos comunes.

Este punto de vista ha sido considerado por algunos como un despropósito y en palabras del secretario general de la OTAN una afirmación que no se corresponde a la realidad. Los aliados no se casan de reiterar que Rusia no tiene nada que temer, y que las buenas relaciones con Moscú son una prioridad. De hecho, la OTAN y Moscú han restablecido su plena cooperación tras el conflicto georgiano de agosto de 2008.

Sin duda las recomendaciones y opiniones de la antigua guardia militar han tenido que ver con la consideración de la OTAN como agente hostil, porque Moscú sabe perfectamente que de donde realmente le llegan las amenazas actualmente es del sur, mientras que en un futuro vendrán seguramente de una creciente tensión con China.

La nueva doctrina militar rusa también menciona como amenazas el nuevo escudo antimisiles, la militarización del espacio, la proliferación de armas de destrucción masiva o el terrorismo internacional. Para sorpresa de muchos, no incluye el derecho a efectuar ataques nucleares preventivos, subrayando que recurrirá a las armas atómicas "si se ve amenazada la existencia misma del Estado".

La nueva doctrina también tiene el objetivo de transformar el ejército en una fuerza más eficaz y con más movilidad. En efecto, Rusia parece inmersa en una brutal reforma militar con vistas al 2020, cuyo principal aspecto es la drástica reducción del personal militar, que está siendo acompañada además de un creciente gasto militar. Un reforma –palabra que no gusta entre la vieja élite militar que prefiere utilizar el término "transformación"– que tiene que romper con demasiados arraigos para sacar adelante unas maltrechas fuerzas. Aquí es donde está la debilidad del "oso" que según la nueva doctrina militar quiere despertar.

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