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La Europa en que está Rajoy

España debe hacer mucho y esperar poco. Cumpliendo preservará su soberanía y saldrá adelante reforzada económica y políticamente. Debemos acertar en lo que depende de nosotros, y olvidarnos de intentar controlar lo que no controlamos.

Este noviembre cayeron tres gobiernos europeos por la crisis, pero solo uno democráticamente. La acción de gracias que hoy celebran los americanos, vinculada a su resistencia a las adversidades y su capacidad para superar la escasez, debe también alegrar a los españoles, únicos que han tenido el lujo de elegir en medio de la crítica situación.

La UE está formada por aliados, con la peculiaridad de que están también en concurrencia entre sí. Es evidente que la diferencia de legitimidad que tenemos con Grecia e Italia hemos de confirmarla asimismo en el ámbito de las reformas. Han de ser mejores que las tecnocráticas. Para convencer a los inversores y generar crecimiento, pero sobre todo para servir al pueblo del que emana nuestra maltrecha pero aún existente soberanía.

Hay partidarios y detractores de que el BCE financie las deudas de los necesitados, especialmente cuando hasta Alemania sufre para colocar su deuda. Pero esto es irrelevante. España no tiene política monetaria, la decide el BCE. A este respecto ya ha sacado bastante los pies del tiesto de los tratados comprando 187.000 millones en bonos de deudas comprometidas. Recuérdese que al inicio de la crisis el presidente de la Fed americana, Bernanke, con tanta sensación de urgencia como hoy declaró: "hay que hacer algo y hay que hacer algo ahora". Añadió: "no hay ateos en las trincheras ni ideólogos en las crisis financieras". Tres años después, con los ideólogos keynesianos en la cresta de la ola, la Fed atesora 3 billones de bonos americanos, cuya rentabilidad se encuentra estupendamente, pero el paro es del 9%, el déficit supera al de España, con un 11%, y su deuda acumulada pulveriza nuestros guarismos con un redondo 100%. Su calificación crediticia fue degradada –un hito en su historia– por sus desmesurados planes de estímulo y su inflación no baja del 3,5% aunque los dólares circulen por el planeta encareciendo las materias primas. Con una política similar, Inglaterra ha conseguido pasar del 5%. ¿Crecimiento? 1,2% en USA; 0,3% Inglaterra. Por fin, el BCE fue inventado para garantizar la estabilidad de precios, mientras que los bancos centrales anglosajones incluyen otras misiones.

Pero doctores tiene la iglesia que sepan lo que hay que hacer. Ahora bien, la condición necesaria para España y Europa es una disciplina presupuestaria favorecedora de crecimiento y empleo. Con ella es difícil que un estímulo de crédito artificial ayude; sin ella, es imposible. De ahí las propuestas germanas de reforma de los tratados para obligar a su cumplimiento. Porque es el incumplimiento generalizado de Maastricht lo que nos trajo aquí, y no es nada seguro que otra vulneración, la ampliación de la intervención del BCE, resuelva a corto plazo, aunque podría empeorar las cosas a largo.

España debe hacer mucho y esperar poco. Cumpliendo preservará su soberanía y saldrá adelante reforzada económica y políticamente. Debemos acertar en lo que depende de nosotros, y olvidarnos de intentar controlar lo que no controlamos.

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