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Las imprudencias se pagan

Antes de que Rubalcaba decida volver a esconderse detrás de las fuerzas de seguridad, o antes de que Camacho perpetúe los vicios de su jefe y antecesor, más vale que recuerden que sus imprudencias respecto a Bildu se están pagando en el aspecto policial.

Para disimular sus errores políticos y escapar de los escándalos que a Rubalcaba y a Camacho –el "Equipo R"– rondan, el ya exministro nunca ha tenido problemas en esconderse tras las fuerzas de seguridad, mediante la táctica de afirmar criticarle a él era criticar a los policías que se enfrentan a ETA. Si el gobernante bribón se refugia en el patriotismo, el ministro bribón lo hace tras el cariño y respeto social hacia las FSE.

De entre todos estos errores e imprudencias del "Equipo R" destaca la separación de la lucha policial y la lucha política, como si la segunda fuese independiente de la primera y pudiese ser incluso contraria. Ha vuelto así Rubalcaba a los errores de Felipe González, que creía que se podía especular jurídica, política y electoralmente sobre ETA sin que la lucha policial se viese afectada. El resultado fue que con los GAL y Argel, ETA consiguió oxígeno, las fuerzas de seguridad perdieron legitimidad y colaboración contra la banda, y los recursos fueron desviados a bolsillos corruptos.

Hoy, la presencia de Bildu en los ayuntamientos, fruto de la especulación política socialista, y al contrario de lo que Rubalcaba y Camacho repiten, está teniendo una influencia directa y constatable en la eficacia policial. En primer lugar, los ayuntamientos gobernados por Bildu, están entorpeciendo administrativamente la actuación de la Guardia Civil, de sus controles y patrullas, dificultando su realización mediante particulares interpretaciones de las ordenanzas municipales. Desde los ayuntamientos se entorpece la lucha contra ETA.

En segundo lugar, Bildu está proporcionando asesoramiento y cobertura a los grupos abertzales y a los militantes que deciden denunciar la realización de estos controles "sorpresa", que los agentes montan sin aviso en zonas conflictivas. El aislamiento de los militantes proetarras ante estas actuaciones de las FSE –que tan bien funciona– se ha roto, y ahora encuentran apoyo y cobijo en las instituciones.

En tercer lugar, a través de Bildu, ETA está reactivando las campañas de agitación callejera para exigir la retirada de las fuerzas de seguridad. El verano, con las fiestas patronales, es fundamental en esta estrategia, cuyo éxito habrá que valorar en otoño. La legalización de Bildu ha creado zonas de impunidad desde donde los proetarras hostigan al Estado de Derecho.

No es un asunto de justicia o ética, que a Rubalcaba nunca ha interesado. Ni siquiera es sólo cuestión de las humilladas víctimas. Se trata de la propia acción policial: es la eficacia de la lucha policial lo que se resiente, y sólo la pericia de la Guardia Civil impide que la imprudencia de Rubalcaba y Camacho, el "Equipo R", se traduzca en mayores dificultades.

Así que antes de que Rubalcaba decida volver a esconderse detrás de las fuerzas de seguridad, o antes de que Camacho perpetúe los vicios de su jefe y antecesor, más vale que recuerden que sus imprudencias respecto a Bildu se están pagando en el aspecto policial.

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