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Los europeos sí son de Venus

Obama ha desilusionado a los norteamericanos: los conservadores le tachan de socialista, los progresistas de vendido, y los jóvenes que eran los más ilusionados se preguntan qué ha pasado con el carismático y esperanzador personaje.

Obama y los europeos siguen de luna de miel. Al menos es lo que se desprende se la última oleada del Transatlantic Trends. Le quieren  un 78% de los europeos, unos pocos menos que el año pasado, pero siguen siendo muchos. Desde luego muchos más quelos norteamericanos, a los que Obama les impresiona cada vez menos.

Corría noviembre de 2008. El gran triunfo del pretendidamente primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos desató una ola de optimismo no sólo en su país sino también en muchos países europeos. Estaban convencidos de que este hombre, sin apenas experiencia pero con una tez y una labia atractiva, acabaría con las disputas religiosas, los conflictos crueles, el unilateralismo exacerbado y el capitalismo salvaje que asolaban al mundo por culpa de Bush y sus secuaces neocon. La paz y la buena vida estaban aseguradas.

El tiempo ha demostrado que todo era pura ilusión y los norteamericanos fueron los primeros en despertar del sueño. En política exterior, y según la encuesta del Transatlantic Trends, no le dan ni el simple aprobado a su gestión en Oriente Medio. Ni siquiera ha logrado seducir a los propios musulmanes y eso que Hussein Obama ha tratado de congraciarse con el mundo musulmán. Pero es sobre todo en cuestiones domésticas donde una gran mayoría de votantes norteamericanos cree que Obama se ha equivocado de rumbo y a los hechos se remiten: las altas tasas de desempleo, la gestión del vertido de petróleo derramado en el Golfo de México o los planes para estimular la economía. El último, por cierto, anunciado recientemente, lo que significa que el Ejecutivo admite que sus propuestas anteriores fracasaron. Además se ha hecho dos meses antes de los comicios de noviembre, donde se disputará el control del Congreso, que según las últimas encuestas pinta mal para los demócratas.

Era de esperar: las expectativas que Obama creó cuando alcanzó el poder fueron tan exageradamente altas y absurdas que inevitablemente muchos se han dado de bruces con la realidad. Ya se decía: más dura será la caída.Y así ha sido. Obama ha desilusionado a los norteamericanos: los conservadores le tachan de socialista, los progresistas de vendido, y los jóvenes que eran los más ilusionados se preguntan qué ha pasado con el carismático y esperanzador personaje.

Pero ahí están los europeos para izarse como ese puñado de incondicionales que todavía cree y ama a Obama. Piensan que llegó al poder heredando un país hundido económicamente y que ha hecho esfuerzos ímprobos por reflotarlo. Les gusta que haya liderado la reforma sanitaria en su país, que haya tomado medidas enérgicas contra las instituciones financieras, y que haya dado por terminada la misión de combate en Irak. Les cuesta entender que los propios norteamericanos le den cada vez menos crédito y les parece una conspiranoia que algunos piensen que es musulmán o que no haya nacido en los Estados Unidos. En cuanto a su política internacional en conjunto, y según la encuesta de Transatlantic Trends, entre los europeos goza de un gran respaldo sobre todo en su gestión para aliviar las tensiones enOriente Medio (59%), combatir el cambio climático (61%) y abordar las relaciones con Rusia(65%), además de desear un fuerte liderazgo de los Estados Unidos en los asuntos mundiales (55%).

Pero hete aquí que los europeos también le han encontrado un fallo: no le dan su aprobación a la gestión de Afganistán. Precisamente una de las pocas cuestiones donde la opinión pública norteamericana es mayoritariamente favorable a mantener la situación actual o incluso a aumentar el número de soldados. Al final, vamos a lo de siempre: los europeos seguimos en Venus y los norteamericanos en Marte.¿Quién cambiará antes de planeta?

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