El último debate sobre el estado de la Nación ha servido para hacer balance de los siete años largos al frente del Ejecutivo de José María Aznar. No ha sido en defensa, por motivos obvios, donde Aznar ha hecho énfasis de su acción de gobierno. Sin embargo, sí ha aprovechado el debate para marcar la seguridad en general y la defensa en particular como una de las prioridades para los meses que le restan en el poder y probablemente para el post-aznarismo.
En realidad, el balance en materia de defensa que dejará Aznar tendrá casi a partes iguales luces y sombras, lo que contrasta con un balance general de tono bastante más luminoso. En el haber hay tres grandes activos: la profesionalización de las Fuerzas Armadas, la plena integración en la estructura militar de la OTAN y la reforma del antiguo CESID, hoy transformado en un CNI con un civil al frente y jurídica y políticamente más sólido. En el debe pesar una situación presupuestaria muy complicada –que tenderá además a empeorar si no se produce un incremento sustancial del gasto militar en los próximos años–, un déficit cuantitativo y cualitativo de tropa y marinería, la ausencia de un verdadero plan de transformación de nuestras capacidades de defensa tras el fiasco de la Revisión Estratégica, y como consecuencia de todo ello, un bajo estado de moral entre los cuadros de mando.
En cualquier caso, el problema no es que las Fuerzas Armadas actuales sean peores o menos operativas que las de 1996, la cuestión es que los ejércitos no han podido o no han sabido dar el salto que España en su conjunto ha dado en estos siete años. Así, la política de impulso, de reforma y modernización que Aznar ha desarrollado en otras muchas áreas de la realidad social o de la Administración no han llegado a Defensa con la misma intensidad.
En un momento en que España asume un creciente protagonismo internacional y en el que los compromisos militares de nuestro país se incrementan espectacularmente (Bosnia, Kosovo, Afganistán, Iraq), dotarnos de una defensa que esté a la altura de nuestras ambiciones estratégicas queda como una de las asignaturas pendientes para el sucesor.
GEES: Grupo de Estudios Estratégicos.
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