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GEES

Mientras Petraeus declara

La cosa sigue muy fea en Irak. Simplemente estaba peor hace unos meses.

Nunca algo tan sabido había suscitado tanta atención. Estadísticas aparte, y sectarismos entre paréntesis, la evaluación general del estado en el que se encuentra Irak no es un secreto para nadie que haya tenido tiempo e interés para informarse. Cuando no se puede más que leer titulares y, de vez en cuando, ver las noticias del telediario se está expuesto a toda clase de desinformaciones. Éstas han sido intensas y profusas en los días que han precedido a la presentación del general y el embajador.

Todos los interesados han emitido sentencia de antemano. Para los demócratas detener el surge y sus indudables aunque no definitivos éxitos es vital para asegurarse las elecciones del 2008. Si la proyección de los avances de los tres últimos meses se puede prolongar hasta el comienzo de noviembre del próximo año, la ventaja que ahora disfrutan podría perderse, a pesar de que en este momento el 50% de los encuestados se identifica con los demócratas y sólo un 35% con los republicanos. Por exactamente los mismos motivos, pero al revés, los republicanos necesitan apoyar el esfuerzo mientras quede una luz de esperanza. Y luces hay más de una.

El núcleo duro izquierdista y antiguerra de los demócratas, movilizado en torno a MoveOn.org, se ha empleado a fondo en desacreditar a los dos informantes llegados de Bagdad como meros lacayos serviles de la Casa Blanca. Petraeus se ha convertido en Betrayus (nos traiciona). Con el trabajo más sucio ya hecho, el prestigioso y sectario New York Times arroja también su cuarto de espadas, rebajando al mínimo absoluto los progresos militares conseguidos. Cada uno puede mirar a donde le convenga. La cosa sigue muy fea en Irak. Simplemente estaba peor hace unos meses. Y la tendencia no se ha quebrado. Va por sectores. Algunos pueden incluso empeorar. El enfrentamiento entre milicias chiíes se ha intensificado, especialmente en las zonas del Sur de donde los británicos se han retirado. Pero la lucha contra al Qaeda ha cosechado tales éxitos que esa particular guerra, de las varias imbricadas en el conflicto iraquí, ofrece serias perspectivas de victoria. El tema no es baladí.

Durante las sesiones, cuyos dos días no se han agotado mientras esto se escribe, el general y el diplomático han puesto cara de póker y adoptado el hieratismo de las momias. En largos ratos no han movido más que los parpados. Han permanecido impávidos ante las críticas demócratas y las defensas de los republicanos. Nada de favoritismos faciales. Los de las mayorías en las cámaras se han negado a condenar a sus correligionarios de fuera, organizadores de la campaña de envilecimiento de los dos responsables que presentaban su testimonio, y se han cuidado muy mucho de decir nada que pudiera afectar al honor de los militares en general y los que prestan su servicio en el frente en particular. Desdeñando su importancia, no han negado sus logros. Pero han insistido en que no sirven para nada dado el absoluto estancamiento en las áreas políticas. Esta posición debería haber realzado el testimonio de embajador Crocker, pero llama la atención leyendo la prensa americana del martes 11 el eco tan limitado que le han concedido, frente a las más previsibles declaraciones del general.

Sin embargo el diplomático ha sido capaz de señalar algunos avances de los que los corresponsales, siempre atentos a los muertos de cada día y a las peleas entre facciones, apenas han dado cuenta. En terrenos en donde la legislación permanece inmovilizada, la práctica ha dado pasos significativos hacia adelante, como por ejemplo, en el reparto presupuestario de los beneficios de la exportación del petróleo o en la reintegración de funcionarios y militares baasistas en el aparato del estado. Cuestiones de las que la prensa nos tenía prácticamente in albis. Interesante también su mención de la conciencia de los líderes de la necesidad absoluta de superar sus abismales desconfianzas y de la voluntad de hacerlo frente a los obstáculos ciclópeos con los que se enfrentan. No podrá ser de hoy para mañana, pero también aquí hay una línea que se curva suavemente hacia arriba. Irak no está ganado, pero tampoco perdido. Al fin y al cabo la victoria de un bando se consigue cuando el opuesto se rinde. Ese es el objetivo. Lo que está en juego es enorme. Y la pregunta, desde hace mucho tiempo, es: ¿usted de qué lado está?

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