En Paraguay, como en Honduras, un presidente irresponsable ha sido destituido por el Congreso. Como en ambos casos, los dos presidentes militaban en la ALBA de Hugo Chávez, por lo que los Gobiernos chavistas han salido en su defensa, frente a "un golpe de Estado dado por la oligarquía".
En el caso de Lugo, el Congreso paraguayo ha aplicado las cláusulas de la Constitución de 1992, elaborada después del derrocamiento del dictador general Stroessner, que permiten un juicio político. El detonante ha sido la muerte de once activistas y seis policías en el desalojo de una finca invadida, pero la destitución del exobispo (y padre de al menos dos hijos) se estaba fraguando desde hacía meses debido a sus errores y prepotencias.
Lugo fue el candidato de la Alianza Patriótica para el Cambio, coalición de liberales, izquierdistas y colorados disidentes, que ganó las elecciones con el 40% de los votos; su vicepresidente, Federico Franco, es miembro del Partido Liberal Auténtico. Pero en su Gobierno no ha actuado como el jefe de una coalición, sino como un apóstol con una misión seudorreligiosa. Las votaciones en la Cámara de Diputados y en el Senado han mostrado su soledad: 76 diputados de 80 votaron a favor de iniciar el juicio político y 39 senadores de 45 votaron su destitución.
Es cierto que Paraguay es un país paupérrimo, asolado por la corrupción, donde gran parte de su población padece hambre y analfabetismo, pero Lugo, que tomó posesión de su cargo en agosto de 2008, apenas ha hecho nada por mejorar la suerte de los pobres, de los que se proclama redentor con la vehemencia de los izquierdistas. Una muestra de su incompetencia es que ha pasado 215 días fuera de Paraguay, en 75 viajes al extranjero.
Que la decisión del Congreso paraguayo ha sido acertada y que Lugo estaba dispuesto a vulnerar la Constitución lo prueban las últimas declaraciones del expresidente en las que afirma que tratará de presentarse a las elecciones de 2013 como senador y que llama a la resistencia pacífica.
Y no podemos acabar sin censurar la información que están dando los medios de comunicación españoles, tan patética como en otras ocasiones en que se producen crisis en países hispanoamericanos. Los periódicos y las televisiones cuya audiencia es la derecha (El Mundo, ABC y Antena 3) transmiten la consigna izquierdista de que se ha producido un golpe de Estado. El corresponsal de TVE, supuestamente controlada por el Gobierno del PP, desplazado a Asunción ha calificado a Franco de conservador, cuando es liberal.