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¿Perdona Sadam?

Los dirigentes del PSOE han pedido públicamente al PP que pida perdón por la guerra de Irak. Sus argumentos: que no se han encontrado las armas de destrucción masiva iraquíes y que la comisión del 11-S no ha encontrado evidencias de la relación entre dichos atentados de Al Qaeda y Sadam. Sería fácil pedirles a quienes así razonan que se adelantasen ellos mismos y pidieran perdón por sus crímenes de corrupción y otras cuestiones, como el GAL, pero sería un error. El PP debe dar la batalla de Irak que todavía no ha querido dar, pero que es el único terreno donde, le guste o no a sus actuales líderes, van a poder callar de una vez por todas a los socialistas.
 
Para empezar, es verdad que las armas de Sadam siguen sin aparecer y que, tanto en Washington como en Londres, se piensa que se cometieron grandes y graves errores por parte de la inteligencia a la hora de evaluar los programas armamentísticos de Sadam (cosa lógica, dicho sea de paso, si se tiene en cuenta el secretismo y la política de deliberada ocultación y engaños del régimen iraquí en esos años). Pero también hay que recordar que nadie, en ningún país, ni en la oposición ni en el Gobierno, dudó en aquellos días del arsenal de Sadam. ¿Dónde están las citas de Zapatero, Blanco, Caldera o Bono poniendo en duda los informes de los inspectores de la ONU? Es todo lo contrario. En el primer debate sobre Irak en el Congreso español, lo que dice Zapatero es que él busca desarmar a Sadam por otros medios que no sea la intervención militar. Solana afirma ante los periodistas que no tiene dudas de las armas de destrucción masiva iraquíes y la propia Internacional Socialista exige de Sadam su desarme para impedir la guerra. ¿Podría explicarnos hoy Zapatero de qué pensaba que debía desarmarse Sadam?
 
En segundo lugar Al Qaeda y Sadam. El PSOE sabe muy bien dos cosas: que la comisión del 11-S sólo se refiere a los atentados de aquellos días y que, de hecho, sus informes dan prueba de las múltiples conexiones del régimen de Sadam con la banda terrorista de Ben Laden y que, por lo tanto, sus juicios son generalizaciones que sólo se sostienen en un país como el nuestro, con buena parte de la prensa a su servicio; y que nunca nadie dijo ni aquí, ni en Londres ni en Washington que Sadam estuviera detrás de los atentados del 11-S. Las citas que El País extractaba de José María Aznar al respecto, lejos de demostrar su supuesta ignorancia, dejaban bien claro este punto. El problema no fue el 11-S sino la posibilidad de que un tirano vengativo y ambicioso como Sadam recurriera a los terroristas para conseguir lo que más ansiaba, atacar a Norteamérica.
 
¿Pero qué se puede esperar de unos dirigentes que critican a Rumsfeld por palabras que nunca dijo? La esperanza no está en el PSOE, sino en que el PP sepa cómo reaccionar. La batalla de Irak la tiene que ganar, la puede ganar. Pero para eso tiene que estar dispuesto a darla.

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