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Poco y tarde

Esas tropas de refresco van a luchar con nuevas reglas. El asunto es de la máxima importancia porque hasta ahora las tropas de la coalición, en contra del mito generalizado, han estado luchando las más de las veces con una mano atada a la espalda.

En el discurso de Bush no ha habido sorpresas en los números. ¿De qué se han sorprendido tantos? Cuatro brigadas, 17.500, para Bagdad, una, 4.000, para la provincia suní por excelencia, al Anbar. Tardarán cinco meses en completar el despliegue. Ya hubo más uniformados en Irak en las citas electorales del 2005. Lo mismo pueden servir para intensificar el esfuerzo que para cubrir la retirada. Mucho milagro hay que pedirle a la providencia para que un incremento del 14,3% cambie el signo de las cosas en Irak e invierta la espiral hacia el abismo. Y todo ello al cabo de un largo proceso de deterioro. Pero, ¿quién sabe? Quizás funcione lo de que más vale tarde que nunca y algo que nada. Lo que está en juego es tanto que no se puede renunciar a un último intento. Y lo que no haremos será contribuir al fracaso con nuestro granito de arena denigrando el esfuerzo contemplado desde la barrera.

Pero no por esperada deja de ser decepcionante la parvedad de los números. Sabemos que las fuerzas terrestres americanas, "marines" incluidos, están al límite de sus posibilidades. Se da por supuesto que el cálculo de la Casa Blanca es que la mayoría demócrata, incapaz de un plan alternativo y de una hipótesis coherente sobre las consecuencias de sus incoherentes propuestas de retirada, alborotará mucho pero no se atreverá a utilizar la única arma en su poder, la negativa a votar la necesaria financiación para el despliegue. Pero parece que la jugada de Bush es todavía más segura, esperando que los dineros ya aprobados sean suficientes.

Quizás esas cuentas hayan sido el factor determinante de la dimensión de los refuerzos. Pero el contexto político hace que el intento sea final. Así las cosas, cabe pensar, desde el lado seguro de la barrera, que más habría valido jugarse el todo por el todo, vaciar reservas estratégicas, recurrir a impopulares movilizaciones de reservistas y guardia nacional y poner sobre el tapete una apuesta más contundente. Fácil de decir. Quizás entonces los obstáculos hubieran sido infranqueables y el resultado cero tras una batalla política extenuante.

Y todo sin entrar en el debate sobre si la cuestión reside o no en el número, que dejamos para más adelante. Los partidarios del no también se han visto reivindicados en la "nueva estrategia". Lo importante es que esas tropas de refresco van a luchar con nuevas reglas, insertos en nuevas configuraciones. El asunto es de la máxima importancia porque hasta ahora las tropas de la coalición, en contra del mito generalizado, han estado luchando las más de las veces con una mano atada a la espalda. Pero el discurso no hace más que apuntar estas novedades. De momento se trata de promesas. Bien es cierto que no deja de ser una peculiaridad americana extraordinaria el anunciarle al enemigo la estrategia con la que va a combatirlo. Muchos espías se hubieran desvivido por averiguarlo. Pero también es cierto que los más elaborados planes de batalla duran hasta el momento que se establece contacto con el enemigo. Todo depende de la ejecución. Si se consiguen pronto algunos éxitos, por modestos que sean, todo es posible. Si el deterioro continúa imparable, estaremos en el principio del fin.

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