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Sarko o el diluvio

Europa se la juega en Francia. La alternativa está entre el diluvio de la victoria socialista y un Sarko aupado por votos muy antiliberales.

Europa se la juega en Francia. La alternativa está entre el diluvio de la victoria socialista y un Sarko aupado por votos muy antiliberales.

Los acontecimientos eran prometedores. El 1 de mayo no existió como reivindicación obrera socialista a pesar del frente mediático contra la contención del gasto público. Ni en España, ni en Europa, ni en Francia. Allá compitieron en poder de convocatoria y en número de banderas francesas Sarkozy, en la gaditana plaza del Trocadero, y Le Pen, en la Ópera. Fiel a su capacidad para pasar inadvertido, Hollande se fue a provincias sin enseñas tricolores a homenajear a un primer ministro socialista de Mitterrand. Sarko cosechó un baño de multitudes nada desdeñable, en especial porque fue mayor que el de su contrincante del Frente Nacional y arañó un puntito en las encuestas. En cuanto a Marine, dijo que votaría en blanco y dejó libertad de elección a sus partidarios, según su "alma y conciencia". Hablar de libertad, alma y conciencia en la celebración de la fiesta de Juana de Arco no es precisamente pedir el voto para la izquierda.

Así que todo iba bien, señora la marquesa, y Sarko tenía esperanzas. Es más, el ministro de Defensa Longuet se había prodigado en medios derechistas –uno de ellos titulaba: "detened a Hollande"– y otros confirmando que Le Pen no era una apestada. Dio a entender que su aspiración a un escrutinio proporcional en las elecciones legislativas, aunque sea para la próxima convocatoria, no era anatema.

Pero ante la tendencia favorable, Sarko sufrió un agudo ataque de centrismo, el enésimo, volviendo a poner las cosas cuesta arriba antes del debate. Desplegó a sus ministros chiraquianos condenando a Le Pen y reprendiendo a Longuet. Tras este último gol en propia meta a minutos del final, va a tener que exagerar su solicitud con los electores del Frente Nacional. Todo porque entre los ideológicamente inmaculados chiraquianos había quien quería derogar las matemáticas considerando mejor cortejar el 100% de los tres millones de votos del centrista Bayrou que el 75% de los seis millones de Le Pen, en gran parte procedentes de los decepcionados por Sarko.

Así que Sarko, que no se había salido un centímetro de la necesidad de hacer sacrificios para cumplir con las exigencias de déficit y deuda continentales, se ve obligado para ganar a intentar pescar entre las huestes anti-globalización y anti- austeridad propias de los extremistas Hollande y Le Pen. Hasta ahora se había limitado a evocar el proteccionismo europeo, no francés, contra el dumping chino y a insistir en inmigración y seguridad.

Celébrese el éxito del centro, o derecha caviar, por haber susurrado a los oídos del césar lo mismo que Madame de Pompadour a su amante Luis XV: "después de nosotros, el diluvio". Sarko aún está lejos de haber sido derrotado, pero puede que el diluvio llegue en todo caso.

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