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Ubicuidad de los terroristas

Grave es lo ocurrido en Noruega: pero tras la atención de los medios, sigue apareciendo la siniestra amenaza global del yihadismo.

Tras los atentados yihadistas de Maidurigi (Nigeria) el 26 de junio, de Mumbai (India) el 13 de julio o de Noruega la pasada semana, sólo una dantesca realidad se impone: la de las maldades de un terrorismo que es y seguirá siendo global. Dos continentes como escenarios de dos ataques clásicos del yihadismo salafista en menos de un mes es un ritmo demasiado brioso como para que no nos preocupemos. El lamentable escenario de la que será cada vez más acelerada retirada de Afganistán no hará sino estimular a los terroristas globales, no lo olvidemos. A ello se suma la matanza de Oslo y Utoya.

Este esfuerzo en nuestra aproximación global lo que pretende es dar la necesaria visión de conjunto a la amenaza. Los noruegos y, por extensión, los europeos, acaban de sentirse extremadamente ultrajados y especialmente dolidos por los dos ataques del 22 de julio, pero el hecho de que no fueran ataques yihadistas no debe de servir de distracción hacia lo que les ocurriera antes a nigerianos y a indios, pero el impacto entre los europeos de lo sucedido en Oslo no debe fraccionar una necesaria visión global frente al terrorismo. Para los europeos, los atentados ocurren cuando se producen o muy cerca de nosotros (nos enteramos más cuando tiene lugar en Marrakech, y más con turistas muertos) o contra nosotros (europeos y occidentales). Pero los otros, simplemente, no existen. Los medios de comunicación son en esto un reflejo más de nuestra lamentable forma de ver el mundo y, sobre todo, de percibir la amenaza.

Ocurre en este caso que la amenaza es la misma, golpee en India o golpee en cualquier país europeo aunque sea realizado por terroristas no yihadistas. Con los dos primeros atentados comprobamos que estos forman parte de un todo que desdice a los optimistas fáciles (y muchos irresponsables) – "muerto Ben Laden y disfrutando en paralelo las democratizadoras revoluciones árabes lideradas por laicos" Al Qaeda está en declive" – y que en ese todo podemos descubrir lo que nos espera, y eso será así a menos que reaccionemos. Valga como ejemplo ilustrativo la reciente visita del presidente francés Nicolas Sarkozy a su contingente en Afganistán, el anuncio de la retirada progresiva de este –que para los despistados debería de significar en cierta manera un reaseguro– y el asesinato al día siguiente de cinco militares de dicha nacionalidad.

Pues bien: estamos en un momento expansivo del activismo terrorista del yihadismo salafista, con un número creciente de ataques en Nigeria o Somalia, con acciones en Egipto, con la aceleración del castigo cotidiano contra India y Pakistán y con el envalentonamiento en Afganistán. Mirando además desde suelo afgano hacia el norte, no perdamos de vista a los países de Asia Central. Muchos creen que estos permanecen y permanecerán necesariamente al margen del deterioro comprobado en Af/Pak, pero la existencia ya de precedentes de atentados suicidas en el boyante escenario de Kazajstán (el 17 y 24 de mayo) indica que la voluntad de golpear por doquier existe y, cada vez más y más lejos, se manifiesta.

Grave es lo ocurrido en Noruega: pero tras la atención de los medios, sigue apareciendo la siniestra amenaza global del yihadismo.

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