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GEES

Un general pacifista

Sin embargo, más allá de la utilización mediática que el Gobierno ya ha hecho de las palabras del JEMAD, nos preocupa la debilidad estratégica del pensamiento de nuestro mando militar más caracterizado

El Ministro de Defensa, José Bono, aprovechó torticeramente el caso del Yak-42 para remodelar a su gusto la cúpula militar heredada del anterior Gobierno. Contra todo pronóstico, inspirado probablemente por quién se ha convertido en el auténtico poder fáctico del Ministerio, nombró al Director General de Política de Defensa in pectore, porque aún no había llegado a tomar posesión de su cargo, el general Félix Sanz Roldán, como máximo responsable militar de las Fuerzas Armadas españolas.
 
Conociendo a Bono, y obviando el origen castellano manchego del general, algo que parece haberse convertido en condición no suficiente pero si necesaria para ocupar los más altos puestos en Defensa, es probable que el Ministro buscase en el elegido dos cualidades: su ductilidad política y la carencia de un liderazgo militar que pudiera hacer sombra o poner reticencias a la megalomanía del Ministro. Es muy probable que a fecha de hoy el Ministro no se haya arrepentido de su elección.
 
El actual JEMAD ha echado dos capotes importantes al Gobierno en momentos complicados para el Ejecutivo. El primero fue cuando en plena crisis por la precipitada retirada de Irak el general Sanz se descolgó con unas declaraciones afirmando que la cooperación militar entre España y Estados Unidos estaban desequilibradas porque nuestro país daba más de lo que recibía. El general afirmó posteriormente que había sido malinterpretado e incluso llega a arrepentirse públicamente de aquella afirmación. Pero el servicio al Gobierno ya estaba hecho.
 
El pasado lunes, en una conferencia en el Club Siglo XXI, el General Sanz Roldán echó otro importante balón de oxigeno al Gobierno cuando en plena trifulca política  por la voluntad del gobierno de negociar con ETA afirmó que “no cabe la victoria total sobre el terrorismo”. Es obvio que al negar la posibilidad de una victoria, el general Sanz está avalando que el único modo de acabar con el terrorismo es mediante la negociación política. Es muy posible que el JEMAD haya sido malinterpretado de nuevo, pero tras el primer incidente, debería haber sido más cuidadoso para no propiciar que se le utilice en el debate político.
 
Sin embargo, más allá de la utilización mediática que el Gobierno ya ha hecho de las palabras del JEMAD, nos preocupa la debilidad estratégica del pensamiento de nuestro mando militar más caracterizado, especialmente si es representativa del sentir mayoritario de nuestros militares. El general Sanz cometió en su intervención tres graves errores de concepto. El primero es decir que al terrorismo no se le puede derrotar. Muy al contrario, nosotros consideramos que sí es posible la victoria sobre el terror, pero para que se haga realidad lo primero es mantener la voluntad y la moral de victoria, algo que desgraciadamente no parece desprenderse del discurso del JEMAD.
 
El segundo error es considerar que no es posible cubrir todo el espectro de riesgos actuales. El General parece asumir así que las sociedades democráticas tienen que asumir vivir con un determinado grado de inseguridad. Para nosotros, la premisa básica de nuestra política de defensa y seguridad debe justo la contraria: debemos hacer todo lo necesario para que un atentado como el del 11-M, el del 11-S o aún más devastador utilizando armas NBQR, no pueda volver a ocurrir.
 
La tercera equivocación es afirmar que el mundo es igual de inseguro para los débiles que para los poderosos. Con esta afirmación el General se está echando una piedra contra su propio tejado, porque será difícil convencer a los ciudadanos de que inviertan más en su defensa si el hecho de tener mayores capacidades no les asegura mayor grado de seguridad.

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