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Viaje al Pacífico

Los aliados más fieles en la región –Japón, Australia y Corea del Sur– apoyan entusiasmados una fuerte presencia norteamericana en el Pacífico y, por supuesto, dan la bienvenida a su giro. A ellos se les han unido Singapur, Indonesia y Filipinas.

Apenas unas semanas después de la celebración de la Cumbre de OTAN en Chicago, Estados Unidos ha dejado claro que su viraje hacia el Pacífico es una realidad.

Ha sido en la decimoprimera Cumbre de Seguridad de Asia que celebra anualmente el think-tank americano IISS. El secretario de defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, desveló en su comparecencia algunos detalles de la estrategia de su país hacia Asia-Pacífico. Anunció que el ratio de las fuerzas navales de Estados Unidos en el Pacífico y el Atlántico pasará de 50-50, a 60-40 en el año 2020; se incrementará el número y tamaño de los ejercicios navales en la región; y habrá más formación conjunta con los aliados regionales. También se invertirá en ciber, en espacio, en sistemas no tripulados, y en operaciones de fuerzas especiales. Todo previendo que las nuevas tecnologías van a ser fundamentales en el juego de Asia-Pacífico.

Washington ha mantenido durante décadas una presencia estática en la región mientras China crecía militarmente. Más en concreto, en los últimos 13 años Pekín incrementó el gasto en defensa un 500%. Ahora, los aliados más fieles en la región –Japón, Australia y Corea del Sur– apoyan entusiasmados una fuerte presencia norteamericana en el Pacífico y, por supuesto, dan la bienvenida a su giro. A ellos se les ha unido Singapur, que ha accedido a permitir el despliegue de varias naves. También Indonesia, con escasa relaciones con Washington en los 90 por temas de derechos humanos, que ahora realizará maniobras conjuntas con los americanos y baraja la posibilidad de comprarle su hardware. Y Filipinas, que echó a las fuerzas de Estados Unidos de su suelo en 1992, ahora vuelve a apoyar su presencia.

¿Y qué opinan en el viejo continente? Da igual que los europeos y norteamericanos compartan más valores que nadie o que la interoperabilidad de sus tropas sea fabulosa. Es innegable que este reequilibrio norteamericano hacia Asia tiene serias implicaciones para Europa. Primero, por saber qué flotas norteamericanas se reducirán. Con la tensión todavía muy alta en el Golfo Pérsico, lo más probable es que se reduzcan fuerzas del Mediterráneo, por lo que algunos países, como España, debieran estar bien atentos.

En segundo lugar, porque hay gran expectación por ver cómo los europeos pagarán por su propia seguridad, y cómo se distribuirán a partir de ahora las cargas de la OTAN, que en un 80% recaen sobre Estados Unidos. Y también por ver qué tipo de operaciones serán capaces de sostener los aliados y llevar a cabo sin el apoyo significativo de Estados Unidos. La operación en Libia quizá se parezca al nuevo modelo de cooperación transatlántica, dónde Washington decidió quedarse en un segundo plano.

Y en tercer lugar, Europa tampoco debiera quedarse fuera del juego en Asia, aunque sea sólo por el hecho de que las relaciones económicas entre la UE y China son las segundas más importantes del mundo. Ya no son especulaciones. El giro de Washington al Pacífico es real y está en proceso.

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