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Vientos de guerra

También el último informe del secretario general de Naciones Unidas sobre la situación en el país alerta de la creciente tensión entre Israel y el Líbano, y del sustancial arsenal y capacidad militar de Partido de Dios.

Se sabía desde hace tiempo que los terroristas chiíes de Hezbolá se estaban rearmando en el sur del Líbano. Porque a pesar de que la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad (2006) –adoptada para poner fin a las hostilidades que surgieron tras el ataque lanzado por Hezbolá contra Israel el 12 de julio de 2006– estipulaba que las milicias debían ser desarmadas, la violación de dicho mandato ha sido permanente y sistemática. Desde el principio se intuyó que iba a ocurrir así.

Ahora es elejército israelí quien alerta sobre el rearme Hezbolá apoyándose en una serie de fotografías aéreas que ha desclasificado y que muestran cómo la organización ha intensificado su presencia al sur del río Litani, almacenando armas (entre ellas Artefactos Explosivos Identificados, IED) y estableciendo centros de mando y control en centenares de aldeas y pueblos.

El ejército israelí también aporta datos sobre el potencial de Hezbolá: se calcula que dispone de 20.000 milicianos y de unos 40.000 misiles de corto, medio y largo –entre ellos M-600 con los que podría atacar las principales ciudades de Israel–, y con capacidad para disparar hasta 800 cohetes cada día contra Israel en una futura guerra, para la cual parece que Hezbolá se está preparando. Un posible conflicto que cuenta con una importante diferencia con respecto al de hace cuatro años: la presencia de los cascos azules de la FINUL (Fuerza Interina de las Naciones Unidas en el Líbano). Precisamente la FINUL está tratando de calmar la situación en el sur del país tras una serie de incidentes entre la población y sus efectivos, a cuyo mando está el general español Alberto Asarta.

Los cascos azules han sido acusados los las fuerzas pro-sirias del país de haber sobrepasado los límites de su mandato de la resolución 1701, en alusión a unas maniobras que no gustaron a Hezbolá. Alguno que otro afirma también que dichos incidentes se deben a una falta de coordinación entre la FINUL y el Ejército libanés, pero todo apunta a que Hezbolá haya alentado las confrontaciones para limitar los movimientos de la FINUL a través de la población.

También el último informe del secretario general de Naciones Unidas sobre la situación en el país alerta de la creciente tensión entre Israel y el Líbano, y del sustancial arsenal y capacidad militar de Partido de Dios. Queda, por tanto, bastante claro que algo se está cociendo y que entre medias hay un buen puñado de cascos azules –muchos de ellos españoles– y que están allí con la excusa de llevar a buen puerto un débil e impreciso mandato de Naciones Unidas, que una vez más ha quedado en entredicho. Pinta negro.

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