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¿Y qué será de las Américas?

Mientras la economía siga arrastrándose, cabe pensar que en los próximos cuatro años Iberoamérica seguirá sin ser una prioridad en Washington.

A George Bush se le reprochó, por parte de los admiradores de Obama, que su guerra contra el terrorismo y las invasiones de Irak y Afganistán le habían hecho olvidarse del resto del continente americano, salvo para conseguir los votos de quienes se sentaban en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Obama, que en tantos asuntos ha mantenido las directrices de la política de Bush (sigue abierta la prisión de Guantánamo, ha aumentado el uso de drones para eliminar a enemigos marcados por la CIA y ha exacerbado el intervencionismo en países de Oriente Próximo), también ha incumplido en este punto sus compromisos electorales. Una de sus promesas a la comunidad hispana fue la de elaborar nuevas leyes inmigratorias y amnistiar a los residentes ilegales. Ahora, Obama acude a las elecciones con el récord de 400.000 inmigrantes ilegales deportados, de media, cada año de su mandato; es decir, más de un millón y medio.

Respecto a las relaciones entre Gobiernos, Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, se han preocupado mucho más del mundo árabe, China, Europa, Rusia y hasta África que de Iberoamérica. Bush vinculó el libre comercio con la libertad política y planteó la exclusión de Cuba y de regímenes populistas como el venezolano de la lista de receptores de beneficios económicos y políticos. Obama, simplemente, ha ignorado a los demás países del continente. Las razones fundamentales son la crisis económica, la primavera árabe y la guerra en Afganistán. Pero se añadió el toque progresista. Washington trató la destitución parlamentaria –de acuerdo con la Constitución– del presidente de Paraguay, el izquierdista Fernando Lugo, ocurrida en julio, con la misma cartilla con que se trató en su momento la conquista del poder en Nicaragua por los sandinistas.

La retirada voluntaria de EEUU de la región ha acarreado no sólo el envalentonamiento de Chávez y sus satélites, sino, además, la alianza de países como Chile, Perú y Colombia para buscar nuevos mercados en Asia y el Pacífico; la irrupción de China como gran socio económico (adquisición de alimentos y de materias primas) en varios países de la región y el afianzamiento de Brasil como guía de Sudamérica. 

Mientras la economía siga arrastrándose, cabe pensar que en los próximos cuatro años Iberoamérica seguirá sin ser una prioridad en Washington.

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