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Zapatero contra la ONU

No es de extrañar que el PSOE decidiera, siguiendo el ejemplo de la SER, borrar de su página web el programa electoral, no sabrían cómo explicar tanta y tan rápida desviación del mismo. Por ejemplo, en materia de la ONU. Las promesas electorales apuntaban a introducir en nuestra política exterior la defensa del "multilateralismo efectivo" y el refuerzo institucional de las Naciones Unidas como la única institución internacional legítimamente autorizada para discutir y actuar sobre la paz y la estabilidad en el mundo. A tenor de la práctica de José Luis Rodríguez Zapatero, queda en patente evidencia que aquel programa electoral era una mentira, pues Zapatero nunca creyó en la ONU ni pensaba someterse a su dictum.
 
La primera ocasión que tuvo para apoyar a la ONU, cuando se discutía la aplicación de la resolución 1441 sobre Irak y la posibilidad de otra nueva resolución que autorizase el recurso a la fuerza, Zapatero ya lo avisó: el PSOE nunca apoyaría una intervención contra Saddam, con o sin resolución de la ONU, lo que automáticamente le colocaba en una situación rayando en los antiglobalización y antisistema. Ya entonces, en otoño de 2002 se entrevía que la distancia entre sus ideas y palabras y la retórica oficial del PSOE era insalvable.
 
Se ha visto de nuevo con motivo de su decisión de retirar las tropas españolas desplegadas en Irak si haber esperado antes, tal y como se exigió él mismo en el Congreso de Diputados, a que la ONU dijera si tomaba el control de la situación en Irak. Koffi Annan ha rechazado dicha posibilidad el miércoles 28, 10 días después de que Zapatero anunciase su unilateral medida. Si tanto ama a las Naciones Unidas es inexplicable el desprecio al que las somete.
 
Y se ha vuelto a ver otra vez con su visita de pleitesía al rey de Marruecos, donde, por no romper la sonrisa de sus interlocutores ni la suya misma, ha preferido olvidar la posición tradicional española sobre el conflicto del Sáhara, fundamentada en las resoluciones de las propias Naciones Unidas y que pide, ante todo, un acuerdo entre las partes. Por miedo a Marruecos o por miedo a Chirac, el gobierno español se olvida de los acuerdos labrados en la ONU y le promete a Rabat la aquiescencia española hacia su postura de anexión en contra de la comunidad internacional.
 
Tres asuntos tan importantes, tan espinosos por la actuación del actual gobierno, pasarán a la Historia como los momentos en los que José Luis Rodríguez Zapatero condenó a la ONU a la nada. Eso sí, de momento ha borrado su programa electoral, es de esperar que a partir de ahora acometa lo que tiene que hacer, por pura coherencia: dar instrucciones a su nuevo embajador en la de sede de Nueva York y que congele nuestra contribución a la ONU y organismos derivados de la misma hasta que se reforme según sus deseos. Podría, incluso, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, llegar a presentar un borrador de resolución al respecto. O que retire al embajador, total, ¿para qué incurrir en gastos en un organismo en el que no se cree por mucho que se repita alto y fuerte lo contrario?
 
 
GEES: Grupo de Estudios Estratégicos

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