Impensable, pero cierto: José Luis Rodríguez Zapatero ha cambiado de bando ideológico y se ha vuelto ultraliberal. Ha externalizado la política exterior de España. Lástima que se la haya dado a Francia. El martes en la cumbre de la OTAN España asumió como suyo el veto francés a la propuesta de Donald Rumsfeld de satisfacer las peticiones de Karzai, el primer ministro afgano, mediante el envío de la recién creada Fuerza de Respuesta Rápida aliada. Zapatero puede que crea que la OTAN está para no hacer nada, pero la postura francesa poco tiene que ver con la seguridad democrática afgana y sí mucho con su particular guerra contra la hegemonía de los Estados Unidos.
Pero ya antes Zapatero había cedido ante Francia nuestra política hacia el Sáhara, tradicionalmente apuntalada en las resoluciones de las Naciones Unidas, a favor del Plan Baker II y de la negociación directa entre Marruecos y el Frente Polisario. Ahora no sólo se abandona todo eso, sino que, siguiendo los planes galos, se intenta la celebración de una conferencia cuatripartita para el Sahara, con Francia, Argelia, Marruecos y España (no se sabe si nuestra participación será la de ofrecer simplemente el hospedaje).
Por no hablar de la Cumbre de Bruselas y el reparto de votos en la Constitución, donde el presidente español agradeció a Francia quitarnos del grupo de los cinco grandes para colocarnos en el pelotón de los pequeños, al perder la capacidad de pode vetar con otros tres socios cualquier decisión lesiva para nuestros intereses, muchos de los cuales, dicho sea de paso, son antagónicos con los franceses.