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Zapatero va de verde

Zapatero es de los que defienden los efectos devastadores y se sube al carro de los "Al-Goreros". Es más: Zapatero llegó a unir la recesión económica mundial con la lucha contra el cambio climático en su discurso ante la ONU.

Barcelona se ha convertido estos días en la capital mundial contra el calentamiento del planeta. Allí se celebra la última ronda preparatoria antes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se celebrará en Copenhague el próximo diciembre, donde se pretende alcanzar un pacto internacional para sustituir el Protocolo de Kioto. El Gobierno ha aprovechado la reunión como acto publicitario para comprometer 100 millones de euros para reforzar los esfuerzos de la lucha climática mientras Zapatero, adalid del calentamiento global, se ausentaba de la cita.

Hay casi unanimidad en que la Tierra se ha calentado durante el último siglo. Pero la mayoría de los científicos serios no acatan las catastróficas predicciones basadas en complicados modelos matemáticos poco fiables como si fueran verdades inapelables. Proyecciones que además atemorizan a la población augurando diversos cataclismos. La buena noticia es que parece que a medida que los conocimientos mejoran, las predicciones científicas son cada vez menos pesimistas.

Zapatero es de los que defienden los efectos devastadores y se sube al carro de los "Al-Goreros". Es más: Zapatero llegó a unir la recesión económica mundial con la lucha contra el cambio climático en su discurso ante la Asamblea de Naciones Unidas Zapatero en septiembre de este año. Ante la perplejidad de los presentes, anunció que el cambio climático no sólo condiciona la crisis económica sino que incluso la motiva. Olé. El problema es que, contrariamente a los que predican, las políticas de la administración socialista no contribuyen precisamente a mejorar la salud del planeta sino que reman en dirección contraria.

A la cruzada de Zapatero contra las centrales nucleares –la energía nuclear no emite CO2 a la atmósfera por lo que lo coherente sería darles cobijo– hay que sumarle su apuesta por los biocombustibles, energía ni barata ni ecológica, y que muchos empiezan a poner en duda como parte de la solución contra el cambio climático. Se afirma, entre otros motivos, que su producción se realiza a partir de alimentos básicos para el consumo humano, que afecta de forma importante a las reservas acuíferas, y puede alentar la deforestación.

Aún más controvertida es su nueva propuesta para volver a apostar por el carbón –uno de los que dicen es responsable del cambio climático– subvencionándolo al mismo tiempo que se pretende defender el clima creando un régimen de apoyo para las energías que no emiten CO2. ¿Alguien lo entiende?

Se ha tachado al Ejecutivo español de ser el país industrial que más incumple en el mundo el Protocolo de Kioto –triplicamos los límites de emisiones de gases de efecto invernadero– y que se debe principalmente a su falta y claridad de políticas contra el calentamiento global. Si realmente se quiere luchar contra el cambio climático habrá que usar el sentido común para diseñar políticas adecuadas, analizar el problema de manera racional y separa lo que dicen realmente los informes científicos de la propaganda. Otra cosa es que este Gobierno sea capaz de hacerlo.

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