Menú
George Will

El problema de los demócratas con la prosperidad

Los demócratas no pueden poner fin a la guerra (en realidad pueden, pero no lo harán), pero pueden enviar al presidente su programa fiscal en forma de ley y desafiarle a vetarlo. Pueden, pero no lo harán. ¿Por qué será?

A comienzos de la presidencia de George W. Bush, los opinantes progres denunciaban que la economía no está creciendo. Era cierto; había heredado los escombros de las exuberancias irracionales de los años 90. Una recesión breve (ocho meses) y suave (la más moderada desde la Segunda Guerra Mundial) comenzó en marzo de 2001, antes de que ninguna de sus políticas fueran llevadas a cabo. Terminó en noviembre de 2001.

En el 2002, cuando sus recortes fiscales entraron en escena y la economía comenzó su racha de 65 meses, que aún continúa, de crecimiento ininterrumpido, los progres se quejaron de que era una "recuperación sin empleo". Cuando la tasa de desempleo cayó a un ritmo constante –hoy se encuentra en el 4,5%; en aquel momento, el 6% se consideraba pleno empleo–, pasaron a decir que bueno, que vale, que la economía está creciendo y creando empleos y riqueza, pero que esa prosperidad no se estaba distribuyendo según las leyes de Dios o de la naturaleza o del progresismo o de algo.

Hace un par de semanas, ocho candidatos presidenciales demócratas debatieron durante dos horas, diciendo sobre la economía... prácticamente nada. Hay que leer con atención la trascripción de 51 páginas del debate para encontrarse en la página 43 a Barack Obama lamentándose de que "las cargas y beneficios de esta nueva economía global no se están extendiendo equitativamente entre todos los jugadores" y prometa "instituir cierta justicia en el sistema".

Vale. ¿Cuando en la larga historia de la humanidad las cargas y los beneficios económicos se han "extendido equitativamente"? ¿Cree Obama que debería ser así, pese a que el talento nunca está repartido de esa manera? ¿Qué relación de "justicia" concibe entre el valor que recibe cada individuo y el valor que éstos aportan a los demás? ¿Es que no está de acuerdo con el presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke en que "la influencia de la globalización sobre la desigualdad ha sido moderada y casi seguro menos importante que el efecto del cambio tecnológico, que tiende a favorecer a los trabajadores con mayor preparación "? Si es así, ¿con qué pruebas cuenta para contradecirle?

De esta corta discusión sobre temas económicos del debate se podría decir lo mismo que Samuel Johnson dijera del Paraíso perdido de Milton: "Nadie podría quererlo más largo". De acuerdo, los candidatos tenían mejores peces que pescar, básicamente todos los demás candidatos, debido a sus posturas sobre iniciar y terminar la guerra. Y fueron quienes preguntaron los que fijaron los temas a tratar en el debate. Pero si hubieran tenido alguna idea concisa sobre la economía que consideraran apropiada, habrían hablado de ella.

Tienen un problema. Es difícil exclamar, como hace Hillary Clinton, que la economía de hoy es "como remontarse a la era de los grandes magnates " e insistir en que la nación necesita urgentemente subidas sustanciales de impuestos, teniendo en cuenta que, en los 102 trimestres desde que los recortes fiscales de Ronald Reagan entraran en vigor hace más de 25 años, 96 han sido de crecimiento. Desde que los recortes fiscales de Bush y la expansión actual comenzaran, el crecimiento de la economía ha sido de un 3% de media por trimestre y se han creado más de 8 millones de puestos de trabajo. El déficit como porcentaje del producto interior bruto se encuentra por debajo de la media de todos los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Los demócratas, hipocondríacos económicos todos, ven grandes enfermedades en nuestra economía. Deberían ponerse a legislar su cura. 23 meses después de que el próximo presidente inicie su mandato, los recortes fiscales de Bush expirarán. El ganador de las elecciones del 2008 y sus aliados del Congreso determinarán lo que se hace acerca del hecho de que, a menos que se tomen medidas, en el 2011 la economía será aplastada:

Los cinco tramos fiscales sobre los ingresos (10, 25, 28, 33 y 35%) se incrementarán en un 50, 12, 10,7, 9,1 y 13,1%, respectivamente, hasta el 15, 28, 31, 36 y 39,6%. La desgravación fiscal por cada hijo volvería a ser de 500 dólares frente a los 1.000 actuales. El impuesto de sucesiones, que desaparecerá en el 2009, volverá de nuevo hasta alcanzar un máximo del 60%. El tipo del impuesto a las ganancias del capital aumentará y reaparecerá el castigo fiscal que hace pagar más a los matrimonios, al igual que la doble imposición sobre los dividendos.

Además, el impuesto mínimo alternativo fue introducido por moralistas demócratas en 1969 porque 21 millonarios habían evitado legalmente pagar ningún impuesto sobre la renta. No permite casi ninguna deducción y tuvo un tipo único (24%) hasta 1993, cuando los demócratas lo reemplazaron por dos (26% y 28%). Nunca ha sido ajustado a la inflación, por lo que en el presente año fiscal perjudicará casi a uno de cada cinco hogares, 23 millones en total.

Los demócratas no tienen por qué limitarse a sus quejas habituales sobre cómo "la clase media está siendo atacada" (Clinton de nuevo). Controlan el Congreso; pueden actuar. El desempleado John Edwards, que disfruta del lujo de la irresponsabilidad, desafía a los demás candidatos a derogar los recortes fiscales de Bush que tan mal les parecen en lugar de esperar a que expiren.

Los demócratas no pueden poner fin a la guerra (en realidad pueden, pero no lo harán), pero pueden enviar al presidente su programa fiscal en forma de ley y desafiarle a vetarlo. Pueden, pero no lo harán. ¿Por qué será?

En Libre Mercado

    0
    comentarios