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George Will

Escrutar las intenciones de China

¿se concentrará China en el crecimiento económico durante las próximas tres a cinco décadas y se contentará dejando que América lleve el peso de vigilar esto?

Los docentes de la Escuela Naval de aquí probablemente asintieron en vigorosa avenencia con una intervención reciente realizada en otra institución militar ubicada a 200 kilómetros. Pronunciando una conferencia en West Point ante los líderes del ejército del mañana, el Secretario de Defensa Gates decía que "cualquier futuro secretario de defensa que aconseje al presidente enviar grandes destacamentos estadounidenses a Asia o a Oriente Próximo o a África deberá tumbarse en el diván, en las delicadas palabras del General MacArthur". Esto subraya la idea de Gates de que "los escenarios sofisticados más plausibles para el ejército estadounidense son sobre todo conflictos navales y aéreos , sean en Asia, el Golfo Pérsico u otros lados".

En esta institución de más de 127 años de antigüedad, en la que comenzó la práctica estadounidense del estudio bélico estratégico en 1887, los integrantes del claustro son inquietos profesionales, sobre todo con lo que tenga que ver con Asia, léase China. Sus doctrinas navales, sus adquisiciones y sus despliegues invitan a sacar conclusiones relativas a sus intenciones geopolíticas. Los profesores encontraron interesante que cuando Libia se precipitó al caos, China enviara una fragata a través del Canal de Suez en posición para ayudar a los residentes chinos en peligro. Ésta fue la primera vez en que la República Popular ha destacado un buque de guerra puntero con vistas a una posible evacuación.

A partir de pruebas tan residuales, los docentes de aquí tratan de solucionar el peligroso rompecabezas que implica el proceso de décadas de duración de diseño y construcción de naves: ¿Cómo debería de configurarse la marina estadounidense con vistas a un mundo en el que la capacidad marítima y las intenciones de China van a ser... cuáles?

Estos académicos destacan que a América no siempre se le ha dado bien anticiparse a su próximo rival. En Irak y Afganistán, los efectivos se han dicho "esto no es lo que planificamos". Pero en los 22 años anteriores a Pearl Harbour, el estudio estratégico del conflicto bélico anticipó con éxito la naturaleza de la guerra con Japón, desde los ataques con vehículos anfibios a la captura de atolones que convertir en bases, pasando por los muelles flotantes.

Antes del estudio estratégico, el supuesto de la marina de América formada exclusivamente por naves consistía en que se desplazaría al oeste y libraría algo parecido a la Batalla del Mar del Norte, la refriega de la I Guerra Mundial entre las flotas británica y germana. Tras la estrategia de guerra, el Almirante Chester Nimitz, comandante de la flota en el Pacífico y representante estadounidense en la rendición japonesa del acorazado Missouri, decía que los ataques kamikaze fueron la única sorpresa importante del escenario bélico del Pacífico.

Los chinos también se han estudiado la II Guerra Mundial y, según algunos aquí en el centro, han llegado a la conclusión de que la experiencia de Japón debe ser tenida en cuenta en la planificación estratégica de China. Japón fue derrotado a través de bloqueos marítimos y aéreos combinados con la amenaza de invasión. En palabras de alguien aquí, América garantizó su victoria al controlar el Estrecho de Luzón, una isla de tránsito entre las Filipinas y Taiwán.

China carece de bases extranjeras, pero tiene innumerables necesidades a satisfacer a través del océano: Tiene un apetito voraz de materias primas importadas –crudo, carbón, minería– y su dinamismo económico se basa en la exportación. Tiene enormes distritos nacionales –refinerías de petróleo, cargadores y armadores, entre otros– totalmente dependientes del transporte global.

Hoy China es el pasajero de un orden marítimo global construido sobre una red de tratados implantados por la marina estadounidense. La fragata china que llegó a través de Suez entró luego al Golfo de Sidra, que Libia ya no dice controlar. No lo controla gracias a la insistencia forzosa del Presidente Reagan en 1981 en que las aguas del golfo sean internacionales.

La llegada de naves estadounidenses a las costas de Libia subraya la idoneidad de la marina para proyectar la fuerza. Mark Helprin, del Instituto Claremont, destaca que "el 40% de la población mundial vive dentro del radio de alcance naval moderno, y más de dos terceras partes a distancia fácil de cubrir con cazas desplegados en portaaviones".

Con independencia de lo que salga de la marina de China, cierta gente inteligente quedará sorprendida. Lo que sí hacen aquí es docencia, no espionaje. Devoran el flujo de publicaciones militares chinas. Y los expertos difieren en la cuestión más fundamental, que es, ¿se concentrará China en el crecimiento económico durante las próximas tres a cinco décadas –en prosperar a partir de la libre circulación de materias primas, bienes y servicios fruto de la globalización– y se contentará dejando que América lleve el peso de vigilar esto?

La respuesta es sí, pero sólo si China hace un cálculo puramente económico. Pero normalmente las naciones tienen motivaciones más profundas y convincentes. Esto es particularmente cierto en el caso de naciones emergentes con gran confianza en su capacidad y estimuladas por antiguos recuerdos de humillaciones e impotencia. 

Rusia todavía recorre el océano con submarinos cargados de cabezas balísticas. Pero esto, al igual que las renovadas patrullas aéreas rusas que replican las maniobras militares de la Guerra Fría, probablemente sea sobretodo psicoterapia para líderes rusos impacientes por obtener el respeto del mundo. Las intenciones navales de China, tema de una columna posterior, son más interesantes y potencialmente más siniestras.

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