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George Will

La generosidad de Wright

Dado que Wright es un regalo decidido a seguir ofreciéndose sin descanso, hay que plantearse una cuestión: ¿es justo hacer uso de las invariablemente interesantes intervenciones del reverendo para hacer campaña contra la candidatura de Barack Obama?

Debido a que John McCain y otros miembros del Congreso están preocupados por lo fácil que es corromperlos, existen límites legales a las donaciones económicas que se pueden realizar a los candidatos políticos. No existen, sin embargo, límites a las donaciones retóricas que el reverendo Jeremiah Wright puede hacer a la campaña de McCain.

Dado que Wright es un regalo decidido a seguir ofreciéndose sin descanso, hay que plantearse una cuestión: ¿es justo hacer uso de las invariablemente interesantes intervenciones del reverendo para hacer campaña contra la candidatura de Barack Obama? La respuesta es afirmativa, porque las paranoias de Wright nos informan sobre su feligrés durante 20 años, que es precisamente un asunto inexplorado hasta el momento.

En el discurso del lunes 28 de abril en el Club Nacional de Prensa, Wright repitió –con cierta contención dadas sus costumbres, eso sí– su vieja acusación de que Estados Unidos recibió el 11-S lo que se merecía, hecha por primera vez el domingo inmediatamente posterior a los ataques. En concreto, su respuesta del lunes a una pregunta sobre esa acusación fue: "Se recoge lo que se siembra" y "no puedes practicar el terrorismo contra otras personas y esperar que nunca tomen represalias".

Como prueba de que "nuestro Gobierno es capaz de hacer cualquier cosa", puso mucho interés en dejar claro que su acusación de que el Gobierno norteamericano es culpable de "inventar el virus del VIH como herramienta de genocidio contra la gente de color" tiene una base intelectualmente respetable, mencionando varias publicaciones al respecto. Pero aún así insistió en que no es antiamericano; es el Gobierno de los estadounidenses, no la opinión pública norteamericana, el genocida autor material del terrorismo. De manera que ahora niega que Estados Unidos tenga un Gobierno representativo que representa al público. Cree que las elecciones, constante y misteriosamente –y en contra de la voluntad de los votantes–, dan lugar a un Gobierno terrorista y genocida.

Wright aprovechó también para asociarse con la doctrina de que los negros tienen modos de aprendizaje "diferentes" que los demás. Esta idea de los cerebros racialmente diferentes, o de una cultura negra inalterablemente distinta, se utiliza hoy para justificar cierto racismo indulgente que consiste en no esperar demasiado de los negros, y de los niños negros en especial. Tiene un largo pedigrí como racionalización de injusticias. Les encantaba a los propietarios de esclavos y, más adelante, a los segregacionistas.

Se le debería preguntar a Obama si está o no de acuerdo con los modos de aprendizaje "diferentes". Sin embargo, es predecible que el coro periodístico y político intentaría censurar una pregunta así sugiriendo que hacerla es ilegítimo por alguna razón. Se mencionarían, con tono sombrío, anuncios de antiguas campañas, como el de "la margarita" o el de “Willie Horton”, que son dos anuncios de campañas presidenciales sobre los que existe un cierto consenso de desaprobación. Sin embargo, en ambos casos el consenso está equvocado.

El primer anuncio fue el utilizado en 1964 por Lyndon Johnson contra Barry Goldwater: Una niña pequeña arranca los pétalos a una margarita mientras una voz da la cuenta atrás de una explosión nuclear. El anuncio, que reflejaba el miedo de Johnson a que su enorme ventaja suscitase la complacencia entre sus partidarios, concluía con una voz diciendo: "Los riesgos son demasiado elevados como para que usted se quede en casa." Goldwater y muchos de sus partidarios se pusieron fuera de sí. Pero Goldwater había dicho varias cosas que sugerían una actitud algo arrogante en materia del uso de la fuerza, incluyendo las armas nucleares. Al hacerlo, había convertido su capacidad de juicio sobre estos asuntos en un tema legítimo.

En la primavera de 1988, en un debate entre aspirantes a la candidatura presidencial demócrata, el senador por Tennessee Al Gore utilizó el asunto de Willie Horton contra el gobernador Michael Dukakis, uno de los rivales de Gore. Horton había estado en una cárcel de Massachusetts cumpliendo una cadena perpetua por el asesinato de un chico al que Horton apuñaló 19 veces durante un robo. Horton recibía con frecuencia permisos de fin de semana. Finalmente huyó, secuestró a una pareja, apuñaló al hombre y violó repetidamente a la mujer. Debido a que el anuncio, realizado por los partidarios del vicepresidente George Bush, incluía una foto de Horton, los críticos lo tacharon de racista. Pero los partidarios de Bush argumentaron que el episodio Horton era demasiado emblemático de la cultura política de Massachusetts, o de la mentalidad progresista, en lo concerniente a evaluar a Dukakis.

Cuando los republicanos de Carolina del Norte emitieron recientemente un anuncio mostrando a Wright en su salsa, McCain adoptó su postura de arrogante superioridad moral, de la que raramente prescinde, y exigió que el anuncio fuera retirado. Los de Carolina del Norte acertaron negándose a hacerlo. Wright es relevante.

El reverendo es un demagogo con quien Obama ha tenido una relación voluntariamente durante 20 años, lo cual implica, si no aprobación moral, ciertamente la falta de una desaprobación seria. Wright es también una fuente ininterrumpida de basura antiamericana y, adecuadamente comprendida, anti-negros. Su último discurso manifestó que quiere ser una figura central en esta campaña presidencial. Debería serlo.

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