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Germán Yanke

De cómo se sigue balbuceando la misma tontería

Como si nada hubiera pasado, como si no hubiera habido pactos entre el PNV y ETA, el lehendakari Ibarretxe presenta como un reproche a su oposición la necesidad de establecer una línea divisoria entre violentos y no violentos. Lo hace, además, con trampa porque una línea divisoria que el PNV ha atravesado y que no parece dispuesto a retornar es la que separa a los que defienden una negociación política, es decir, una cesión a cambio de una curiosa suerte de paz y a los que se niegan a ello por considerar, con razón, que atenta contra la democracia y los derechjos ciudadanos.

También como un reproche a su oposición afirma Ibarretxe que hay que separar la exigencia de paz y los contenidos políticos. Otra trampa. Porque no nos está hablando de lo que el PNV hace, es decir, tratar de hacer con la negociación un País Vasco más nacionalista a cambio de la tranquilidad de ETA, sino de separar la batalla contra la banda terrorista de unas exigencias necesarias de contenido político. Y éstas no son otras que la constatación de que el marco legal vigente es el que democráticamente se han dado a si mismos los ciudadanos vascos, el que precisamente ETA quiere destruir con la violencia. Por eso también sostiene Ibarretxe, lejos de toda lógica, que se pueden defender "todas" las ideas. Pues no, no se pueden defender las ideas totalitarias que tienen en su entraña la violencia. El PNV, que quiere mantener una coincidencia de fines con el resto de los nacionalistas, ETA incluida, tiene que darse cuenta de que el terrorismo de ETA no está desvinculado de sus fines y asumir la responsabilidad no sólo de sus pasados pactos sino también de sus actuales estrategias.

Nadie puede dar crédito, a estas alturas del discurso nacionalista, que el Estatuto se haya convertido en un "instrumento de frustración" porque no esté el todo desarrollado. La frustración y la crisis política no es otra que convertir el Estatuto, como el PNV hace, en un instrumento "superado". ¿Hace? Sí, sigue haciendo a pesar de la tramposa retórica que el lehendakari quiere presentar como su defensa. Porque Ibarretxe, a pesar de no contar con apoyo en el Parlamento, sigue buscando la ficción de una decisión originaria de los vascos que a su juicio no se ha dado. Por eso repite la murga del "foro multipartito" para recuperar a EH ya que se ha marchado del Parlamento, y crear lo que sería para él, en pleno desvarío, la democracia perfecta, la que se aproxime, claro, a las tesis nacionalistas. Está negando que la democracia verdadera, por muy imperfecta que sea, es la que ETA y EH quieren destruir con la violencia.

Basta ya, por tanto, de discursos baratos y retórica dulzona para seguir diciendo lo mismo. Y piense el PSOE, que ahora vuelve a la oposición, la oportunidad que brinda una y otra vez a Ibarretxe para subir a una tribuna y regañar a quienes no le siguen. No es la mejor forma, desde luego, de dejar claro que lo que hace falta es que haya elecciones.

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