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Germán Yanke

El disparate

Dice el presidente Aznar que el borrador de Ibarretxe para seguir con su plan secesionista es un disparate. Acierta, sin duda, pero es un disparate totalitario y antidemocrático, no una ocurrencia extravagante. Desde la aniquilación de la ciudadanía en un Pueblo Vasco étnico hasta la secesión para el control totalitario de los vascos se trata de un plan meditado, elaborado, precedido por el control social y la búsqueda del desistimiento de los demócratas. Es, por tanto, un disparate que no se puede dejar de lado, como si fuera una ensoñación sin más de un político o un partido averiados.

Dice también el presidente Aznar que las posibilidades de éxito de un plan de esta naturaleza son cero. Ojalá acierte, pero, ante la contundencia de un reto continuado hay que ponerse a la faena para que, también en esto, el presidente del Gobierno acierte. El plan no es solamente una concepción del futuro del País Vasco, por muy disparatada, ruinosa y enemiga de las libertades que sea. Es una realidad cotidiana en la que la ofensiva contra los ciudadanos es constante. Y se necesita, por tanto, toda la fuerza del Estado de Derecho y el acuerdo de los partidos nacionales para impedirla.

Llevamos treinta años diciendo que una barbaridad así no iba a ser posible, que nunca los nacionalistas se atreverían a tanto. Y en ese trecho de espera y contemplación, el nacionalismo ha ido haciendo de las suyas hasta convertir el País Vasco en una vergüenza para cualquier demócrata. Para que las posibilidades de éxito de Ibarrtexe sean cero, cero debe ser también lo que hasta hoy se ha hecho en contra de las libertades.

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