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Germán Yanke

El ignorante Atutxa

Atutxa es un ignorante, pero los ignorantes vienen bien a los partidos autoritarios, sobre todo cuando se muestran, ya sin caretas, totalitarios. Atutxa es un ignorante y, cuando fue designado candidato del PNV a la presidencia del Parlamento Vasco, muchas voces del nacionalismo (soterradas siempre, en este tipo de partidos lo único no soterrado es La Voz dogmática) se preguntaron cómo podía ser aquello, cómo se podía poner en sus manos un asunto que precisaba conocimientos que al candidato le faltaban y, sobre todo, una finura jurídica de la que había dado sobradas muestras de no poseer mientras fue consejero de Interior. Sí, de no poseer, porque en sus ya olvidadas arremetidas contra el terror de ETA y en sus siempre olvidadas contemplaciones con la banda Atutxa despuntaba como el antijurista, el enemigo del Derecho, el ignorante atrevido. Y el Parlamento, incluso para los orgullosos conocedores de las tripas del PNV, había tenido antes presidentes que traducían a Platón del griego clásico al vascuence o tenían una biografía académica internacional…

Decían en Sabin Etxea, la sede del partido, que estaba muy amenazado y que precisaba un cargo con protección. Sí, pero ¿precisamente la presidencia del Parlamento…?, se preguntaban los espantados. Pero todas esas vocecitas críticas, todos esos rumores malhumorados, no parecían haber reparado en que, para lo que se avecinaba, lo que el PNV necesitaba era un ignorante obediente. Ahora lo deben haber comprobado. Porque lo peor de Atutxa, lo ignominioso de su ignorancia servil, no es que se niegue a adelantar, como le ha pedido el PP, el debate previsto para la disolución del grupo parlamentario de Batasuna después de la sentencia y del auto del Tribunal Supremo. Lo peor es que el presidente de un Parlamento diga que exigir el cumplimiento de una decisión judicial es mostrar “nada de respeto a las decisiones judiciales” e identificar la “legalidad vigente” con el Reglamento de la cámara que encabeza. La obligatoriedad de cumplir las sentencias judiciales es precisamente la división de poderes y saltarse aquellas es cargarse esta, lo que es muy propio del PNV y de las organizaciones antidemocráticas en general. La burda patraña de su “legalidad vigente” es, además de una ofensa para los ciudadanos, la vulneración del Estado de Derecho.

Imagínense ahora un partido que precisa un presidente del Parlamento que obedezca ciegamente los dogmas partidistas y que le importe una higa la legalidad, el Estado de Derecho y la ciudadanía que no pertenece a su propia familia, aunque sea política. Convendrán conmigo en que se elegirá un ignorante obediente. Por eso Atutxa preside el Parlamento Vasco.


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