Mientras unos y otros marean la perdiz con los informes, los contrainformes, las filtraciones y las ensoñaciones sobre las armas de destrucción masiva de Sadam Husein, no está de más subrayar, entre otras, algunas cosas:
1) La dictadura de Husein en Irak las utilizó y todos los países con voz en la ONU nos explicaron que querían acabar con ellas, unos con la actividad de los inspectores, otros con la intervención aliada.
2) Es cierto que el Consejo de Gobierno de Irak no es una institución democrática, pero no lo es ningún gobierno árabe de la región.
3) Sin embargo, es el Gobierno más plural de todos esos países hasta extremos desconocidos en el mundo musulmán. En ese Consejo hay desde representantes islamistas hasta comunistas.
4) Nadie niega –desde luego ninguno de los países que participaron o apoyaron la intervención aliada– que el poder debe ser devuelto a los iraquíes a través de elecciones. En ninguno de los países citados hay proyecto alguno de devolución del poder a los ciudadanos ni con elecciones ni con sistema alternativo alguno.
5) Ante el riesgo de enfrentamientos internos, resulta chocante que la cooperación de distintos países a la reconstrucción civil y política de Irak se pongan condiciones que van siempre en la línea de castigar de alguna manera a los Estados Unidos.
6) La devolución del poder a los ciudadanos y la reconstrucción de Irak es posible, precisamente, porque hubo una intervención de los ejércitos aliados que derrocaron a Sadam Husein.
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