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Germán Yanke

Marea negra + Desconcierto

Si se dice que la estrategia de la oposición, ante la marea negra ocasionada por el “Prestige”, no ha dejado de lado ni un minuto la búsqueda del desgaste del Gobierno se estará, sin duda, diciendo la verdad. Resulta un poco frustrante porque la ingenuidad del ciudadano —que ojalá no pierda del todo— implica esperar de los políticas ideas para solucionar problemas de este tipo (las que se puedan compartir desde el principio con los gobernantes y las que se puedan añadir desde la oposición) y una actitud abierta en la que las tácticas coyunturales de la dialéctica entre unos y otros queden en segundo plano. Pueden parecer razonables las dos propuestas “útiles” que ha recordado principalmente Rodríguez Zapatero —que el presidente “tome el timón” y que intervenga el Ejército— pero, puestos a paliar los efectos de esta marea negra, parece un leve ejercicio de imaginación práctica. Se ha dicho más veces, y de más maneras, que la inutilidad estaba de la parte del Gobierno y que debía, por tanto, pedir disculpas.

No dudo de que, para el PSOE, el asunto arrastre algún rédito, pero el enfado que se palpa en Galicia está teniendo un doble efecto que me parece peligroso tanto para los socialistas como para el partido gubernamental. De un lado, se escuchan críticas a “los políticos” y de otro, en el río revuelto de las descalificaciones y los toques demagógicos, que se ven por todos los lados, no ganan los pescadores pero sí los nacionalistas gallegos que, con indecencia ya reconocida, parecen asegurar que el fuel no viene de un buque que se llama “Prestige” sino de España.

El Gobierno, si quiere, puede seguir subrayando lo que de criticable hay en estas estrategias, pero estoy convencido de que no habrían tenido ningún éxito, ni precario, de haber evitado el desconcierto de su política informativa y de coordinación. Se ha tratado de minimizar lo que no se podía ocultar, se han dado constantemente mensajes contradictorios, se ha impedido que se identifique a los responsables ministeriales de las medidas tomadas, su desarrollo y sus efectos. Se ha seguido pensando que hay, en todo caso junto o por encima de la marea negra, una mano de idéntico color que crea el problema, como si el “Prestige” fuera un periódico y, con la murga de las fotografías demagógicas, se ha dejado de estar junto a quienes sufrían cuando, en medio de la tragedia, es poco consuelo afirmar que se acudirá cuando se tengan soluciones. ¿Es que no las tienen ahora? El daño a las costas está perfectamente explicado pero el daño sufrido por el Gobierno viene no tanto de la oposición, sino de su propio y casi endémico desconcierto, del desconcierto en el que está instalado desde hace tiempo. Cuando resuelvan lo de Galicia, o cuando lo enderecen, debería el PP detenerse, callar un rato, y pensar en sus males, que son suyos.

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