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Germán Yanke

Zapatero: doctrina y disolvente

La “doctrina Zapatero” sobre el Plan Ibarretxe ha quedado perfilada por dos elementos: el PSOE se opone a las pretensiones del presidente del Gobierno vasco y, al mismo tiempo, no quiere hacer, en esta cuestión, “frente común” con el Partido Popular. Paradójicamente, en este esfuerzo por sostener una posición propia, distinta de la del partido gubernamental, está el disolvente de la del PSOE.

Rodríguez Zapatero, seguramente, no haría ascos a hacer un frente común con el Partido Popular, y con cuantos partidos y grupos sociales quisieran sumarse, para defender los derechos individuales, la libertad, el Estado de Derecho, el sistema constitucional y la vida y la seguridad de los ciudadanos. Si no lo hace contra el Plan Ibarretxe es, desgraciadamente, porque piensa que los objetivos del mismo no son precisamente, como realmente ocurre, lo contrario de todo lo que deberían defender, de la mano, todos los partidos democráticos. Ibarretxe pretende la independencia eliminando la ciudadanía en beneficio de un Pueblo étnico, cambiando las libertades y los derechos por las exigencias de una nación todopoderosa convertida en una inmensa máquina burocrática controlada por los nacionalistas. Para conseguirlo, establece una estrategia que no sólo se opone a la Constitución española sino al sistema constitucional en general y viene, en el camino, buscando el desistimiento de los adversarios (curiosamente socialistas y conservadores) desoyendo las voces de los perseguidos y apoyando a los perseguidores, asesinos incluidos. Si Rodríguez Zapatero no ve eso, si cree que a una ofensiva totalitaria de esta naturaleza hay que oponerse estableciendo diferencias entre los demócratas, y hasta poniendo zancadillas, vamos aviados. Primero, el PSOE. Después, todos nosotros.

Presa de ese error, cree el secretario general de los socialistas que hacen falta “alternativas”, cuando no hay otra alternativa que esta: o se defiende el Estado de Derecho y la democracia, o se trata de destruirlos, que es el núcleo fundamental del Plan Ibarretxe. Nada hay en la base de esta ofensiva de más o menos autogobierno o autonomía, aunque de eso se disfrace en algunos apartados, no en todos. Lo que hay es un proyecto de dictadura nacionalista, ante el que no se debe oponer más o menos dictadura y más o menos nacionalismo, para ver si no le confunden con el PP, sino la democracia ciudadana.

El PSOE hizo “frente común” con el comunismo en contra de la reforma educativa del Gobierno. No lo quiere hacer ahora con el PP en contra de los enemigos de la democracia. Es como si pensara que, contra la reforma educativa, sólo hay una alternativa, pero, contra los dictadores etnicistas… hay distintas interpretaciones, grados, componendas varias. A veces, cuando uno pide que no lo confundan, es que está muy confundido.

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