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Gina Montaner

Algo huele a podrido en Illinois

Las malas mañas de los políticos de Illinois son el resultado de las pobres expectativas que los ciudadanos de este estado tienen de sus representantes, una vieja tradición que ha generado la aceptación de unos escándalos que periódicamente les sacuden.

Las presuntas actividades ilícitas del gobernador del estado de Illinois parecen propias de una novela de Héctor Aguilar Camín, sólo que la corrupción institucional de México aparece trasladada a otra parte del mapamundi, esta vez al norte del Río Grande. Si no fuese por su apellido de origen serbio, el demócrata Rod Blagojevich habría sido un villano perfecto en La Guerra de Galio o Morir en el Golfo, dos de las mejores obras de la narrativa mexicana contemporánea.

Resulta ser que no hay que mirar al Sur para destapar la putrefacción de la corruptela política. A fin de cuentas, es famoso el Chicago de los años veinte y el récord de los gobernadores de Illinois deja mucho que desear: Blagojevich podría ser el quinto de los últimos ocho que ha tenido que acabar enjuiciado. Sin ir más lejos, el pasado año un estudio de The Corporate Crime Reporter situó a Illinois en el puesto número seis en la lista de los estados más corruptos del país, con Louisiana, Mississippi, Kentucky Alabama y Ohio a la cabeza.

Lo más sorprendente de este hombre con apellido impronunciable es el descaro y la total falta de discreción con que aparentemente manejaba los negocios sucios. Además de tener a la venta al mejor postor el escaño al Senado que dejó vacante Barack Obama, Blagojevich pretendía extorsionar al Chicago Tribune y sin el menor asomo de vergüenza exigía para su esposa puestos en asociaciones de directivos para garantizarle sueldos de más de cien mil dólares. El gobernador se comportaba como un sheriff abusón en el Far West dispuesto a cobrar hasta por dar la mano, sin importarle el hecho de vivir en una era en la que los rumores y noticias viajan a la velocidad de la luz en la aldea global. Blagojevich era el candidato perfecto para una investigación del FBI que ha durado tres años y en principio cuenta con grabaciones y testimonios que difícilmente salvarán a este siniestro personaje de una condena por conspiración y soborno. Hasta ahora, Blagojevich se ha negado a presentar su dimisión y permanece encerrado en su domicilio, recibiendo visitas de pastores evangélicos dispuestos a darle consejos espirituales que ya no le valdrán de mucho. Los analistas no han tardado en buscarle razones psicológicas a tan audaz comportamiento, pero, al final, el consenso es que simplemente se trata de un tipo corrupto, acostumbrado a utilizar la política como instrumento y vehículo para su enriquecimiento personal.

La prensa resalta que las malas mañas de la clase política de Illinois son el resultado de las pobres expectativas que los ciudadanos de este estado tienen de sus representantes, una vieja tradición que ha generado la aceptación de unos escándalos que periódicamente sacuden esa parte del país. Rod Blagojevich ha dejado saber que en su momento hablará y contará toda la verdad. O sea, una amenaza velada que ha puesto a temblar a más de uno. Por lo pronto, Jesse Jackson Jr., hijo del famoso reverendo, parece estar salpicado en lo referente a la venta del escaño, e incluso asesores cercanos a Obama podrían haber mantenido algún tipo de contacto con el gobernador y su staff. Las implicaciones del affaire Blagojevich no han hecho más que comenzar.

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