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Gina Montaner

La reinvención de Newsweek

A Madonna debe quedarle una reencarnación más antes del agotamiento de sus reinvenciones sucesivas. Y con este remozamiento Newsweek, como las señoras que recurren al Botox, no quiere perderse el último tren antes de sucumbir a su propio envejecimiento.

Madonna es la reina indiscutible de la reinvención. A lo largo de su trayectoria musical ha pasado por diversas reencarnaciones para sobrevivir en el cambiante mundo del showbiz. El recientemente fallecido Michael Jackson, en cambio, murió en el intento de reverdecerse tras largos años de ostracismo y sequía creativa. Renovarse o morir. Esa es la consigna en los vertiginosos tiempos de las modas que nacen y mueren con cada clic internet.

La naturaleza camaleónica de la célebre cantante ha contagiado a los medios de comunicación, sobre todo a la prensa escrita, que lucha sin tregua por no desaparecer del todo, arrastrada por la noticia instantánea y al vuelo en la red internáutica. Por ejemplo, el semanario Newsweek ha cambiado radicalmente de contenido y formato con la idea de competir, todavía desde el medium del papel y la tinta, con las nuevas tecnologías.

Un día los lectores de esta casi septuagenaria revista nos llevamos la sorpresa de una nueva tipografía, un papel más grueso y, sobre todo, un enfoque que se alejaba de la actualidad rabiosa y las noticias de la semana. Ahora las páginas de Newsweek están pobladas de análisis sesudos y columnas de opinión sobre temas con mayúsculas: ¿es la ocupación de Afganistán un nuevo Vietnam? ¿Cuánto hay de engañosa fórmula en el personaje que Oprah Winfrey ha construido? ¿Qué libros debemos leer? Se acabó la era de los corresponsales y enviados especiales para cubrir eventos o tragedias porque en el espacio de una semana la cobertura se desvanece bajo la avalancha digital. Por eso John Meacham, el editor de la publicación, ha apostado por las columnas de opinión y los ángulos novedosos.

Tanto a Newsweek como otras revistas no les ha quedado más remedio que cambiarse de piel con la misma celeridad con que la intérprete de Like a virgin cambia el crucifijo por la cábala. La circulación del semanario ha desminuido considerablemente y cada día es más difícil encontrar anunciantes. A la hora de reinventarse la junta editorial se decidió por atraer a un público más sofisticado, minoritario y con mayor poder adquisitivo, del que se espera que puedan interesarle artículos más densos y enfoques más atrevidos.

Lo que no queda claro es por qué Meacham y compañía han llegado a la conclusión de que un look más refinado y un estilo más cercano al ensayo serán suficientes para evitar la fuga hacia los blogs, las reflexiones en Twitter, las discusiones virtuales, los puntos y contrapuntos en internet. Según algunos expertos de la industria, a estas alturas lo más sabio es concentrar toda la artillería en la plataforma digital de la propia revista, porque su reinvención ya está ahí, en el puntocom de Newsweek, y no en el couché mate.

Tengo la impresión de que los que todavía compramos semanarios habríamos seguido buscando Newsweek en el kiosco o en los stands de los aeropuertos, sin mayor pretensión que la de informarnos más a fondo sobre los acontecimientos recientes. Al mismo tiempo, me temo que ya es casi imposible ganarse la lealtad de una generación a la que le resulta tan obsoleto gastarse el dinero en una revista como comprar un CD. Estos jóvenes se asoman al mundo cada día con sus ordenadores portátiles, iPods y móviles.

A Madonna debe quedarle una reencarnación más antes del agotamiento de sus reinvenciones sucesivas. Y con este remozamiento Newsweek, como las señoras que recurren al Botox, no quiere perderse el último tren antes de sucumbir a su propio envejecimiento. Sus fieles lectores también nos hemos hecho mayores en el camino. Me pregunto si nos han olvidado en su desesperado intento por no acabar como Michael Jackson.

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