Aznar se ha planteado recientemente reformar el IRPF. Pero en la Ley de Acompañamiento a los Presupuestos Generales del Estado ha introducido una serie de medidas un tanto raquíticas.
Las medidas que afectan al IRPF son las siguientes:
-Se eleva hasta 1.3 millones de pesetas anuales el límite a partir del cual es obligatorio realizar la declaración de la renta cuando se perciben ingresos de más de un pagador.
-Los contribuyentes que tributen por el sistema de estimación objetiva (módulos) podrán aplicar las deducciones de Investigación y desarrollo.
-Se amplían las exenciones tributarias de los seguros de responsabilidad civil a las cantidades que se perciban de seguros de accidentes y de decesos.
Lo cierto es que con estas mini-reformas no se fomenta demasiado el ahorro y sigue siendo complejo hacer la declaración salvo que uno tenga la fortuna de tener que rellenar la simplificada.
Desde aquí hacemos unas cuantas sugerencias de reforma del IRPF para que deje de ser confiscatorio, prolijo y no se penalice el ahorro.
1. Eliminar la tributación de la segunda vivienda no arrendada (imputación de rentas al 2% del Valor Catastral)
2. No fiscalizar los intereses de cuentas corrientes ni de dividendos percibidos por la tenencia de acciones (Rendimientos de Capital Mobiliario).
3. No tributar por las aportaciones a los planes de pensiones que realizan los empresarios para sus empleados (rendimiento de trabajo) ni lo que perciban por ese concepto.
4. Simplificar el sistema de retenciones y reducir su porcentaje ya que, entre otros motivos, el actual ha mostrado su ineficacia al propiciar muchas devoluciones lo que indica que se ha retenido más de lo necesario
5. Cambiar las actuales tablas progresivas por un tipo fijo (por ejemplo del 15% como en Hong-Kong) de modo que cada cual tributaría proporcionalmente (como en el Impuesto de Sociedades). Así no se desincentiva el trabajo. Imagínense el número de personas que dejan de ganar más para no saltar de escalón en la tabla siéndoles baldío el mayor esfuerzo laboral.
6. Introducir una deducción por gastos en educación sin límite. Porque si verdaderamente se valora la cultura, en vez de un ministerio de educación, lo que necesitamos es que haya incentivos a la inversión en esta materia.
Estas y otras propuestas vendrían bien para aliviar a los españoles de la inmensa carga fiscal que soportan al tiempo que se simplificaría la forma de tributación. El debate está abierto y animamos a los lectores a que nos envíen sugerencias que completarían el breve listado aquí expuesto.
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