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Gorka Echevarría

Fiscalidad gruyere

Con las reformas fiscales del ejercicio anterior, parecía que estábamos en la avanzadilla de los países con menores tipos de gravamen en el Impuesto de Sociedades. Pero, dada la importancia de la tributación para la productividad de las empresas, el resto de los países de la UE han movido ficha. Ahora mismo estamos por encima de la media europea en cuanto al tipo de gravamen (33,75% UE; España, 35%).

Alemania plantea reducir el tipo de sociedades al 25%, y no será el único en reducir la fiscalidad de las empresas. La Hacienda española acaba de comunicar que esta rebaja fiscal “ha despertado el nerviosismo de otros países”. Montoro ha avisado de que en menos de un mes se presentará un proyecto de ley que hará que nuestro Impuesto de Sociedades sea más favorable para las empresas.

Lo que acabamos de comentar encierra un problema interesante. Si la competencia fiscal permite que se reduzca la tributación, ¿por qué armonizar los impuestos directos?, Si bien se entiende que se armonice el IVA para evitar formalidades burocráticas y simplificar la tributación, en un impuesto como el de sociedades o el IRPF, se impondrían los tipos que marcaran los mastodontes estatistas, Francia y Alemania (aunque Alemania está avanzando en la desestatización).

El federalismo fiscal sería el medio más lógico para competir por atraer la inversión. Y no sólo en la UE sino también en España. La propuesta del PSOE de ir dando más poder fiscal a las autonomías puede ser una buena idea descentralizadora. Sin embargo, la descentralización tiene que ser total para que el control a los políticos pueda ser más férreo.

Lo que no ha dicho el PSOE, y debería, es que las leyes deben ser más claras y los trámites más asequibles. No podemos pasarnos la vida en Hacienda rellenando modelitos y haciendo colas infames de 2 horas (p.ej, el 30 de Enero).

Como dijo Enrique de Diego en una ocasión, los ciudadanos seríamos los favorecidos por la competencia fiscal. Y como tales conviene que empecemos a opinar sobre nuestro futuro, porque los políticos no suelen hacerlo. Bastante tienen con mantener su sillón, quedar bien ante las cámaras y construir algo que muestre a las generaciones futuras que valían más de lo que todos creíamos (nada).

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